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GEOGLIFOS DE NAZCA
ÚLTIMAS TEORÍAS Y FENÓMENOS ANÓMALO
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Durante décadas, científicos e investigadores han tratado de dar respuesta a todos los enigmas que rodean las líneas de Nazca. Recientemente, nuevos estudios y hallazgos de líneas y figuras hasta ahora desconocidas han aportado más datos a la investigación, pero ¿estamos más cerca de conocer qué significan las líneas y geoglifos que cubren el desierto? ¿Son las líneas el único misterio que rodea Nazca?
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TEXTO Y FOTOS: CARLOS G. TUTOR Y OLGA CANALS
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A finales de 2011 una noticia del periódico peruano El Comercio alertaba de que las líneas de Nazca corrían peligro porque unas 400 personas se habían instalado en una zona de la pampa en la que había varias de ellas. Los asentamientos y caminos que han construido ilegalmente en los últimos meses han destrozado ya irremediablemente diversas líneas y un trapecio. Y aunque no es la primera vez que las líneas están en peligro, pues su deterioro viene ocurriendo desde hace décadas con acciones como la construcción de una pista de aterrizaje o la carretera Panamericana, el jefe de la Dirección Regional de Cultura de Ica, Raúl Sotil Galindo, ha asegurado que en la actualidad no disponen de recursos para proteger los 570 kilómetros cuadrados de trazados.

A pesar de que las líneas y geoglifos de Nazca fueron declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1994, su supervivencia parece estar cada vez más amenazada. Aun así, el interés por líneas de Nazca se mantiene vivo, y nuevos estudios y teorías surgen cada año para tratar de dar una respuesta definitiva a un enigma que, de momento, parece lejos de resolverse.

Una de las hipótesis planteadas más recientemente es la del arqueoastrónomo inglés Clive Ruggles, que se basa en una investigación que durante tres años llevó a cabo en Nazca junto con el antropólogo Nicholas Saunders. Según Ruggles, las líneas podrían ser antiguos senderos que servirían a los pobladores de la zona para trasladarse de un valle a otro. Ambos investigadores afirman que han encontrado restos como huellas de asentamientos humanos grandes o cerámicas que respaldarían esta teoría, aunque, según ellos, solo se podría aplicar a algunas de las líneas que se encuentran en una zona concreta del desierto de Nazca poco explorada, entra la pampa de Majuelos y Cahuachi, pero de la que no pueden precisar su ubicación exacta para preservar su conservación.
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Teorías similares a esta fueron de las primeras en plantearse en Nazca, pero parecen poco probables, dado que muchas de las líneas se pierden de repente en medio de la nada, sin conducir a ninguna parte. Además, la teoría de Ruggles y Saunders no explica el significado del resto de líneas ni de los geoglifos, para los que solo dice vagamente que podrían tener finalidades religiosas.

Una visión más global es la que ha presentado National Geographic en el documental Los secretos de las líneas de Nazca, que ha servido para dar a conocer más de siete años de investigaciones de un equipo multidisciplinar de científicos. Como parte del trabajo, este equipo ha trazado el primer mapa tridimensional de las líneas mediante un helicóptero robótico que ha tomado fotos a diferentes alturas. De momento, el mapa cubre unos 1.500 geoglifos, y, dada su precisión, podrá usarse para comprobar cualquier nueva hipótesis. La otra parte de la investigación del equipo de National Geographic se centra en las teorías acerca del significado o la utilidad de las líneas. En este caso, las hipótesis planteadas, como la mayoría de las que se han propuesto en los últimos años, alejadas ya de las ideas que hablaban de calendarios astronómicos, relacionan las líneas con el agua, un bien escaso en el desierto.
Cabeza trofeo» de la cultura Nazca que se encuentra en el Museo Regional de Ica.
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La arqueóloga norteamericana Christina Conlee, uno de los miembros del equipo, apoya la idea que las líneas y geoglifos eran una especie de templo al aire libre para rogar por el agua y la fertilidad de la tierra. En 2004 Conlee encontró en una zona conocida como La Tiza una tumba nazca, sepultada bajo la arena, que contenía un esqueleto humano muy bien conservado. El cuerpo estaba colocado en posición sedente, con los brazos y piernas cruzados… pero sin cabeza. Los estudios posteriores sirvieron para determinar que la cabeza había sido seccionada, seguramente con un cuchillo de obsidiana, y que el esqueleto no correspondía al de un enemigo que hubiera sido ejecutado, sino al de un individuo de la propia comunidad. Es importante recordar, en este sentido, que la práctica de las «cabezas trofeo», que consistía en cortar las cabezas de los enemigos y usarlas para fines rituales, era muy común entre los nazcas. De hecho, se han encontrado cientos de ellas enterradas, sin que se hayan localizado los cuerpos. Pero lo que encontró Conlee fue completamente lo contrario.
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Además, parecía que el difunto había sido enterrado con honores, porque llevaba su ajuar funerario, entre el que se encontraba un recipiente de cerámica con forma de cabeza humana (que se cree que se puso para substituir la cabeza del cuerpo decapitado). En él hay representada una «cabeza trofeo» de la que brota un enigmático tronco de árbol con dos ojos, que simbólicamente señalaría que la vida (la renovación) brota de esa cabeza. Para Conlee, todo esto demuestra que el individuo que encontraron pudo ser un miembro de la propia comunidad que dio su vida de forma ritual, realizando un autosacrificio como contribución a su pueblo para pedir agua, y que el marco en el que se realizaban estos rituales a los dioses serían las líneas y geoglifos, que en muchos casos tienen relación con el agua (la orca era el dios del océano, la araña estaba relacionada con la lluvia, el mono era el símbolo de la fertilidad en la Amazonia, etc.).

Esta teoría de santuario al aire libro relacionado con el agua parece encontrar apoyo también en los hallazgos de Johny Isla, arqueólogo y director del Proyecto Nazca-Palpa, y Markus Reindel, director del Equipo de Paleoclimatología de la Comisión de Arqueología de Culturas No-Europeas. Los dos científicos han estudiado diversos montículos con forma trapezoidal que se encuentran junto a las líneas y que podrían ser una pieza clave del rompecabezas de Nazca.
Olga Canals autora de este trabajo con Carlos G. Tutor en terrero.
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Desde que se descubrieron por primera vez estos montículos artificiales (ver fotos) junto a algunos trapezoides, los arqueólogos pensaron que eran altares ceremoniales. Reindel, intrigado por su significado, excavó uno de ellos y entre los restos encontró trozos de cerámica, restos vegetales, conchas de cangrejo de río, reliquias que debieron cumplir la función de ofrenda y, lo más sorprendente: fragmentos de la concha de un molusco del género Spondylus. Este molusco se encuentra en las aguas más cercanas a la costa del norte del Perú y, según Reindel, es un símbolo religioso muy importante que se asocia al agua, a la lluvia y a la fertilidad, y que ya se ha encontrado en otros puntos asociados con rituales que se llevaban a cabo para pedir agua a los dioses.

Como vemos, los nuevos hallazgos parecen respaldar cada vez más la relación que la falta de agua pudo tener con las líneas y los geoglifos, algo fácil de entender si tenemos en cuenta que, cuando surgieron los nazcas, alrededor del año 100 a. C., el microclima de la zona sufría enormes oscilaciones y los diez ríos que llegaban de los Andes estaban secos la mayor parte del año. Un clima tan seco era un enorme problema para sus principales ocupaciones, la agricultura y la alfarería, y tuvieron que hacer uso de todo su ingenio para aprovechar los pocos recursos hídricos que tenían, y que canalizaron mediante un sistema de pozos conocidos como «puquios» que permitían sacar el agua subterránea a la superficie y distribuirla mediante un sistema de regadío, usado aún hoy en día. Por eso, el ambiente límite al que se llegaba en unas condiciones tan extremas pudo favorecer la necesidad de comunicarse con los dioses y realizar rituales.

Pero aun aceptando la lógica de esta correlación de las líneas de Nazca con el agua, quedan muchas preguntas por resolver. ¿Por qué, por ejemplo, los dibujos cambiaron en un momento dado, y pasaron de realizar las primeras formas de deidades y animales a dibujar, simplemente, formas geométricas, mucho más grandes que los primeros geoglifos? ¿Qué significado tienen todas esas líneas rectas, algunas de unos pocos centímetros de ancho, que recorren sin desviarse el desierto hasta perderse, de repente, sin más explicación? ¿Y los enormes trapecios, solo apreciables en su totalidad desde el aire? Si nos encontramos ante una especie de templo al aire libre, ¿por qué ocupar una extensión tan grande? Además, nuevas líneas, e incluso figuras, se descubren año tras año, añadiendo más fragmentos si cabe a un mosaico difícil de reconstruir.
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Sacada de una revista de la universidad de Yamagata; no es de los autores)
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Entre los hallazgos más recientes se encuentran los de un equipo de la universidad japonesa de Yamagata, liderado por Masato Sakai, (Ver imagen) que se dieron a conocer en febrero de 2011. Los investigadores analizaron la pampa con satélites y detectaron unas extrañas formas circulares. Después de localizarlas sobre el terreno, encontraron algo sin precedentes: los círculos eran en realidad 138 montículos circulares de los que salen líneas, y en ellos había más de 8.000 fragmentos de cerámica, con figuras geométricas y de plantas y animales, que estaban mezclados entre las piedras que los formaban. Hasta ahora solo se habían localizado 62 de estos montículos o «centros de líneas», pero este nuevo descubrimiento eleva su número hasta 200. Dada la importancia que les conceden investigadores como Isla o Reindel, de los que hemos hablado antes, a estos montículos trapezoidales, quizá un estudio más a fondo permita encontrar nuevas pistas que expliquen su existencia. De hecho, la elevada cantidad de montículos que se han encontrado hace pensar que debían tener una función importante y además servían como punto de partida desde el que se dispersaban numerosas líneas.
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Formas circulares y centros de líneas
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¿Podían ser estos «centros de líneas» una especie de altares improvisados al aire libre? ¿Marcaban puntos que, por razones que desconocemos, eran importantes?

Pero los hallazgos de Sakai van más allá de estos enigmáticos «centros de líneas», porque su equipo localizó también dos nuevas figuras en la pampa, que se encuentran cerca del conjunto ceremonial de Cahuachi, a unos 10 kilómetros del resto de líneas. Estas figuras representan una especie de cabeza humana, de unos 4,2 m de largo por 3,1 de ancho, y un animal que no se ha identificado, de 2,7 m de largo por 6,9 m de ancho. Su tamaño, inferior al de la mayoría de los geoglifos y líneas, hizo que no se hayan localizado hasta ahora, y se cree que podrían quedar aún más figuras similares por descubrir. No obstante, por las características estilísticas que presentan, por su ubicación y por su peor estado de conservación, resulta difícil pensar que fueran hechas a la vez que el resto de figuras.

El arqueólogo Alberto Urbano explicó que estos dibujos pueden corresponder al período del Horizonte Formativo (que correspondería a la presencia de la cultura Paracas) o al inicio de la cultura Nazca. De hecho, quizá esto pueda explicar el sorprendente parecido que tiene «la cara» de Nazca con los geoglifos de Palpa, mucho menos conocidos que los de Nazca pero igualmente espectaculares. Se cree que los primeros dibujos en las laderas de Palpa los hizo la cultura Paracas, alrededor del año 400 a. C. En un primer momento habrían dibujado trazos simples, que fueron extendiendo por las laderas y cerros, y ya en su período más tardío habrían hecho las primeras figuras antropomorfas y zoomorfas. Y considerando el parecido de estas imágenes con «la cara» de Nazca, quizá pueda pensarse que, en realidad, los Paracas fueran los primeros en «marcar» la pampa de Nazca, y que los geoglifos cubrieron su desierto incluso desde mucho antes de lo que ahora creemos.

Sea como sea, y a falta de tener una respuesta definitiva al enigma Nazca, lo que sí parece claro es que esta zona es un lugar especial, e íntimamente relacionado con el misterio. Si damos un salto hasta el presente, nos daremos cuenta de que, en Nazca, hay algo misterioso que trasciende las líneas, y encontraremos otros hechos extraños difíciles de explicar.

Uno de ellos pudimos conocerlo de primera mano en nuestro viaje a Perú. Ocurrió en marzo de 2001. Un grupo de tres jóvenes (dos chicos y una chica), que prefieren no dar a conocer sus nombres, volvían de Cuzco a Lima haciendo autoestop. En un primer momento, lo único que encontraron fue un camión que transportaba cebollas, y que como iba a descargar a Nazca aceptó llevarlos hasta allí. Al llegar, anduvieron hasta la pampa, donde se encuentran las líneas, y decidieron dormir ahí, al aire libre, ya que llevaban sacos de dormir. En realidad adentrarse en las líneas está prohibido, pero como ya era tarde pensaron que no habría problema y que nadie los encontraría a esas horas.

Cuando anocheció, empezaron a ver varias naves que alumbraban hacia abajo formando conos, y después dibujaron diferentes constelaciones en el cielo.

Entonces fue cuando la joven se asustó más, e intentó taparse con el saco de dormir, porque creía que se la iban a llevar, pero sus compañeros le dijeron que, aunque estuviera cubierta, podían llevársela de todas formas, y que era mejor que viera «ese espectáculo». Al final los tres jóvenes acabaron durmiéndose, y no se despertaron hasta la mañana, por los silbatos de la policía de turismo. Como no podían estar ahí, se los llevaron a la comisaría, y una vez ahí fue cuando los jóvenes se percataron de algo totalmente imposible: en los papeles que tenían que rellenar ponía que martes, pero en realidad tenía que ser lunes, porque ellos habían llegado a Nazca el domingo por la noche. Dadas las temperaturas que hace en marzo en esa zona del desierto, parece imposible que hubieran pasado un día entero durmiendo, ya que se hubieran quemado y deshidratado. Pero ¿cómo se explica ese missing time de más de 24 horas?

Por la misma zona, pero unos cuantos años antes, en la década de los setenta del siglo pasado, encontramos también otro caso interesante relacionado con los ovnis. En aquella ocasión dos amigos, que venían de Arequipa, pasaron por Nazca en una camioneta que transportaba mercadería. Era muy pronto y, de repente, la radio y la parte mecánica del vehículo empezaron a fallar. Los dos hombres pararon al lado de la carretera para ver qué podía pasar, y al poco rato vieron un objeto brillante que estaba en la pampa, a unos metros de donde estaban ellos. Primero pensaron que era un camión, pero pronto se dieron cuenta de que no podía serlo, ya que no hubiera podido acceder hasta ahí, y porque su forma y su brillo eran muy extraños. Entonces se acercaron despacio hacia ese objeto y vieron que tenía forma de disco, con tres patas posadas al suelo, y que tenía un diámetro de unos 15 metros. Pero sin duda lo que más les sorprendió fue constatar que al lado del objeto había un ser vestido con un traje verde que le cubría todo el cuerpo. En un determinado momento, este se dio cuenta de la presencia de los dos hombres, se metió rápidamente en la nave y esta se elevó emitiendo un sonido agudo, hasta desaparecer.
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Y si estos casos son sorprendentes, no lo es menos la historia que pudimos conocer en el museo María Reiche. Antes de llegar a Nazca, yendo por la Panamericana Sur, encontramos esta casa donde tantos años estuvo Maria Reiche y que hoy se ha reconvertido en museo. Allí, de la mano del cuidador del lugar, Gerardo, pudimos conocer una última y curiosa historia relacionada con Nazca y con Maria Reiche, «la dama de la pampa». Gerardo solo conoció a María Reiche cuando ya era muy mayor, antes de morir en 1998, pero lleva tiempo haciéndose cargo del museo, y nos contó algo que le había ocurrido hacía menos de tres meses.
La investigadora Marie Reiche y su Museo que perdura (Imágenes extraídas Internet)
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Una tarde acababa de irse del museo, cuando de repente recordó que se había dejado una bomba de agua encendida. Para que no se quemara, volvió para apagarla, y justo cuando pasó por delante de la que había sido la habitación de Maria Reiche oyó una voz que le decía: «¿A qué hora te vas?». Era una voz de mujer, pero Gerardo se giró y no vio a nadie. Y entonces la volvió a oír otra vez, y aún una tercera, sin que pudiera ver a nadie por ningún lugar. Gerardo está convencido de que la voz que escuchó era la de Maria Reiche, y que ella sigue en Nazca, protegiendo las líneas como lo hizo en vida.
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Junto a la habitación de Maria Reiche, en la casa-museo, Gerardo D. pudo escuchar una voz misteriosa,
a la derecha Gerardo D., cuidador del museo
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UN MAPA PARA ENCONTRAR AGUA

Entre las teorías que de una forma u otra relacionan las líneas de Nazca con el agua, encontramos la del investigador David Johnson. En su libro Beneath the Nazca Lines and Other Coastal Geoglyphs of Peru and Chile, Johnson resume las investigaciones que ha llevado a cabo en Nazca durante más de 13 años en colaboración con científicos de la universidad de Massachusetts, estableciendo correlaciones entre los geoglifos y líneas y algunos aspectos relacionados con la geología, la hidrología y la arqueología.
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Para este investigador las líneas formarían un enorme mapa indicador de los recursos hidráulicos subterráneos de la zona, que permitiría conseguir agua —el bien más preciado en el desierto— a aquellos que supieran «leerlo» y entender su significado. Así, por ejemplo, la figura del colibrí indicaría con el pico un gran pozo de agua; un trapezoide marcaría también un pozo de agua; los círculos señalarían la cercanía de fuentes o manantiales; un zigzag indicaría que no hay agua en la zona, etc.

Con esta teoría, Johnson les da una finalidad práctica y muy concreta a las líneas, y las aleja de los conceptos religiosos o rituales con los que tantas veces se han relacionado. Además, el investigador asegura que ha aplicado su teoría a otros valles de Perú y Chile y ha logrado descubrir nuevos geoglifos que estaban junto a recursos hidráulicos y, a la inversa, nuevos recursos hidráulicos que estaban junto a geoglifos.

 

Libro de David Johnson
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OVNIS Y DESAPARICIONES EN CERRO BLANCO

Muy cerca de las líneas de Nazca se encuentra otro de los lugares más enigmáticos de la provincia: Cerro Blanco. Se trata de la duna más grande de Perú, que se eleva 2.078 metros sobre el nivel del mar. Este cerro está formado por arena predominantemente de color blanco, y es completamente diferente a los que están a su alrededor, de consistencia rocosa y de coloraciones grises.

El lugar está lleno de leyendas... y también de sucesos reales. Por la zona circulan historias de personas (generalmente turistas) que han desaparecido allí, y también hay quienes han sentido una total desorientación y han tenido que ser rescatados, en no muy buen estado físico, porque se habían perdido.

Además, desde cerro Blanco se han avistado en varias ocasiones luces extrañas en el cielo, especialmente entre las personas que se han aventurado a pasar una noche ahí.
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Cerro Blanco
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El 25 de octubre de 2011, el arqueólogo Alberto Urbano, el licenciado en Turismo Miguel Ayquipa y el ingeniero Hugo Huayta estaban explorando Cerro Blanco para proponer una ruta de turismo alternativa, cuando encontraron un resto de cerámica ancestral en la ladera de Cerro Blanco. En la parte inferior se ven lo que parecen ser dos perros o zorros, observando lo que hay en la parte superior: un ovni con cúpula que emite rayos de luz hacia abajo. Hugo Huayta reflejó así sus primeras impresiones sobre el grabado nada más encontrarlo: «Una estela de una propulsión, o un objeto volante, da la impresión, por lo que está en manera de levitación. Este dibujo es muy extraño».

«CIUDAD NAZCA»: LAS NUEVAS LÍNEAS

A finales de 2010, el artista peruano Rodrigo Derteano presentó un proyecto inspirado en las líneas de Nazca: él y su equipo dibujaron el plano de una ciudad imaginaria sobre una zona desértica en Huarmey, unos 300 km al norte de Lima. Las líneas fueron trazadas por un robot en una superficie de 4 kilómetros cuadrados y solo podían apreciarse bien desde el aire. La idea de dibujar una ciudad en el desierto, entendida como símbolo de un lugar vivo, se basa en la teoría de que las líneas de Nazca podían haber sido un modo de llenar el desierto de señales de vida, como culto a la fertilidad.
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Los autores.

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