.Crianza
Corría el año 1404, cuando nació Gilles de Rais, personaje que a muy temprana edad se quedaría huérfano de padre y madre. Este hecho fue vital para convertir a Gilles en aquello por lo que sería recordado hasta nuestros días: un asesino sádico y retorcido.
Jean de Craon, el abuelo del pequeño Gilles, enseñó a sus nietos la violencia como el mejor método posible para llegar a sus fines, y a su noble corona como el pase directo para cumplirlos sin complicaciones. Con este ejemplo, Gilles aprendió a obrar cruelmente, pero nunca con algún objetivo, sino el que le gritaran sus instintos.
Haciendo carrera
La brutalidad le valió bien un buen lugar durante la Guerra de los Cien Años, con lo cual quedaría muy cerca del círculo del Delfín de Francia.
Ante el delfín, por allá en 1429, un día se presentó una chica diciendo que los santos le hablaban y solicitando un ejército para luchar por la ciudad de Orleans contra los soldados ingleses.
La chica resultó ser Juana de Arco, que, si bien no es recordada como una guerrera malvada y sanguinaria, sí tendría a su lado a un hombre de gustos no poco violentos.
En ese punto, Gilles empezaba a pintar su nombre en el libro de la historia, pues después de ganar la batalla en Orleans, condujo a al rey Carlos VII hasta Reims para su coronación, y el noble le daría el título de mariscal de Francia.
¿Amor?
A diferencia del carácter agresivo por el cual tenía fama y fortuna, con Juana de Arco el asunto fue un poco diferente. La legendaria campesina con delirios sobre voces divinas que la impulsaban a luchar ejercía un poder inusual sobre él.
“Desde el principio fui su amigo, su campeón. En el momento en que entró en aquella sala un estigma maligno escapó de mi alma y, ante el escepticismo del delfín y la corte, yo persistí en creer en su misión divina. En presencia de ella y por ese breve lapso de tiempo, yo iba en compañía de Dios y mataba por Dios. Al sentir mi voluntad incorporada a la suya, mi inquietud desapareció” (Vía: El Mundo)
Este embelesamiento no duraría mucho, pues Juana de Arco sería capturada y condenada a morir en la hoguera en 1431 por ser considerada hereje y blasfema.
Ya fuera por la muerte de esta mujer a la que había amado o por la muerte de su abuelo, quien no se fue sin humillarlo dándole su espada a René, el menor de los hermanos; Gilles regresaría a Champtocé e iniciaría una época de sádicos placeres, que, por mucho, ensombrecerían las atrocidades cometidas en batalla en años anteriores
Los horrores
Si algo le gustaba a Gilles de Rais eran los niños, y todos los juegos con los que pudiera ejercer tortura sobre ellos.
Siempre fue recordado como un hombre generoso en cuanto al dinero, cualidad que le fue reconocida aún con sus víctimas, pues las prácticas no sólo eran reservadas para él, sino también para los sirvientes, que tomaban participación en las orgías de niños violados, torturados bajo métodos como el descuartizamiento o desollamiento, e incluso abusados nuevamente después de morir.
¿De dónde sacaba tanto niño?
En un inicio, las víctimas eran hijos de familias a las que se prometía un mejor futuro para los pequeños, o incluso mendigos. Sin embargo, la desaparición de niños no pasaría desapercibida, pues se estima que entre 1431 y 1440 desaparecieron alrededor de 1,000 niñas y niños. Así es, niñas también, aunque se dice que la predilección iba sobre el género masculino.
¿Brujería?
En 1435, para Gilles, los gastos ya no eran tan fáciles de sostener, y al parecer la cordura tampoco. Fue en esta etapa en que comenzó a recurrir al satanismo y a la alquimia con el propósito de mejorar su situación económica.
Después de múltiples intentos fallidos y contactos con charlatanes, a Gilles le llegaría la hora.
Captura
A raíz de una humillación en la venta de uno de sus castillos, Gilles secuestró a un padre, hermano de Juan V Geoffroy de Farron, tesorero del duque de Bretaña, quien había puesto al frente al religioso de la propiedad implicada. A Gilles le había sido ofrecida una suma mayor por el castillo, y al recibir una negativa en el intento de recuperar la propiedad, emprendió el crimen que lo llevaría a la ruina.
Mientras el sacerdote oficiaba su misa, Gilles lo secuestró y se lo llevó al castillo de Tiffauges. |