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LA VERDADERA HISTORIA DE ROMUALDITO, LA ANIMITA MÁS CONCURRIDA POR LOS SANTIAGUINOS
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Se desveló que Romualdo Ivanni Sambelli fue asesinado a las 20:30 horas del martes 8 de agosto de 1933:

El grupo de investigación de hechos históricos de la PDI determinó que se trata de un mecánico de origen italiano muerto a los 41 años.

Durante 82 años "Romualdito" ha sido la "animita" más recurrida por la fe popular de los santiaguinos en momentos de aflicción, y también objeto de diversas historias que se han tejido en torno a quien era realmente el difunto que fue asesinado en la esquina de Alameda con San Borja.

El mito más conocido dice que era un paciente de tuberculosis que salía del hospital convaleciente, cuando fue asaltado para quitarle el poncho que lo abrigaba y 15 pesos. Otros sostienen que era un niño violado y luego asesinado por vagabundos, o que Romualdito era un joven deficiente mental muy servicial y conocido en el barrio, muerto a palos y cuchilladas por maleantes. Incluso un sitio web "oficial" lo identifica como Romualdo Ibáñez.

Sin embargo, sólo se trata de mitos alimentados por el fervor popular, según determinó una indagatoria realizada por un grupo investigador de hechos históricos de la PDI, encabezado por el hoy jefe zonal de la policía civil en Valparaíso, el prefecto inspector Gilberto Loch.

El equipo de detectives logró develar el misterio de su identidad. "Romualdito" fue un mecánico de 41 años llamado Romualdo Ivanni Sambelli, chileno de origen italiano, soltero e hijo de Juan y Herminia, asaltado por delincuentes y asesinado de una certera estocada al corazón a las 20:30 horas del martes 8 de agosto de 1933
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Documentación Oficial sobre Romualdo Ivanni Sabella. “Romualdito”
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El procedimiento lo adoptó Carabineros de la entonces 11ª Comisaría. No hubo detenidos ni tampoco reportes de prensa, lo que dificultó la investigación. "Romualdito", afirma Loch, era oriundo de San Bernardo y desde 1930 vivía en Covarrubias (hoy Lisperguer) 3548, entonces de propiedad de Ferrocarriles del Estado.

Hoy en esa casa vive Eugenia de la Fuente Góngora quien, a pesar de haber llegado allí sólo un año después de la muerte de Romualdito, nunca había escuchado de él.

Su cuerpo fue retirado y sepultado en el Cementerio General por su amigo Arturo Mancilla, fallecido años más tarde y a quien le sobrevive su viuda, domiciliada en Chillán.

La investigación desestimó también el mito del enfermo convaleciente, ya que en los archivos de atención de la época en los hospitales no está registrado su nombre como internado por tuberculosis.

En el Certificado de Defunción extendido por el Instituto Médico Legal dos días después del homicidio se señala como causa de muerte de Romualdito una "herida a puñal en la región pericordial".

"Lo único que sabemos es que lo asaltaron, ya que no hay antecedentes que señalen que hubo un juicio. El crimen ocurrió a sólo casi dos meses de haberse creado el Servicio de Investigaciones de Chile, hoy transformado en PDI", aclara Loch..
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ASÍ ERA ROMUALDITO, LA ANIMITA MÁS POPULAR DE SANTIAGO
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Taller Histórico Forense de aspirantes de la PDI logró reconstruir su rostro. También pudo establecer que se llamaba Romualdo Ivanni Sambelli y que fue asesinado de una puñalada en el corazón
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Santiago, 02/08/2009
Audénico Barria
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EL MISTERIO DE LA HISTÓRICA MURALLA
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Ha habido ocasiones en que las autoridades han querido demoler este fragmento del viejo muro donde está la animita, pero nunca lo han podido concretar: rondan historias terroríficas sobre quienes han osado intentarlo. Se cuenta, por ejemplo, que un policía que intentó remover las velas montado en un caballo y valiéndose de las patas del animal (alegando a las horrorizadas mujeres que allí rezaban que eran un peligro de incendio), terminó sufriendo un grave accidente cuando su caballo resbaló después, a poca distancia de allí, cayendo y quebrándole las piernas al oficial. El accidentado se hizo devoto de inmediato de Romualdito y así se sanó.
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Sólo la fe en Romualdito le ha permitido permanecer a este muro: gran parte del entorno en calle San Borja ha sido derribado para levantar nuevas construcciones o edificios, pero la animita sigue allí, tal cual lo estaba hacía medio siglo atrás, y aún antes. Se ve hermosamente iluminada por las velas y cirios durante las noches, resguardada por ángeles de yeso y humildes vírgenes colgantes. Es un paisaje casi surrealista, especialmente cuando se realizan peregrinaciones. Y los fieles, casi a modo de protección, han levantado con los años varias animitas menores o ermitas dedicadas al fallecido, alineadas en la base de toda la longitud del muro. Alcancé a contar 21 de ellas, todas pintadas de color azul. Como sucede con la famosa Difunta Correa en Argentina, aunque el ánima de Romualdo sea más modesta, no deja de ser un atractivo para algunos turistas, que se asoman por allí tomándose fotografías o solicitando sus propios milagros, medio en broma y medio en serio.

Curiosamente, algunas de las ermitas están parcialmente vacías y han servido de refugio para perros vagabundos del sector, especialmente en las noches frías del invierno. Esto, en lugar de molestar a los fieles, parece ser que los complace, pues los canes son bienvenidos y tomados por guardianes de la animita. Me pregunto si habrá alguna relación arquetípica e inconsciente con la función legendaria que los perros han tenido como custodios de la tranquilidad de los muertos, tal cual lo hacía el dios cabeza de perro Anubis, representado como un can que permanecía echado sobre la tumba de los fallecidos.

Se cuenta que cuando un equipo de retroexcavadoras fue enviado a la Estación Central para echar abajo la muralla de la animita y ampliar el ancho de la calle San Borja, los obreros comenzaron a denunciar con pavor algunos hechos inexplicables, ni siquiera comprensibles dentro de su experiencia. Alegaron, por ejemplo, que las máquinas se detenían súbitamente o funcionaban mal, quedando inutilizadas cuando intentaban usarlas para botar la pared. Otros prefieren pensar que los obreros temían a alguna clase de maldición y, buscando alguna excusa para zafarse de tan incómodas órdenes, optaron por fingir que las maquinarias se trababan en cada intento de utilizarlas contra la popular animita.

La muralla donde está la animita en San Francisco de Borja no ha podido ser demolida, entonces. Incluso se instaló un cartel señalizando a Romualdito, en este lugar. Cuando fui a tomar estas imágenes, la berma estaba en reparaciones y se hacían ciertos trabajos. Todo el sector estaba acordonado. Sin embargo, el encargado de la obra me hizo una seña con su casco y me dejó entrar sin ninguna clase de traba ni condición, retirando las protecciones... Me bastó este gesto para notar que era otro devoto de Romualdito y que no privaría a nadie de acceso a su milagroso mini-santuario.
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Bien para todos que Romualdo ha hecho el milagro de salvar también a esta muralla, por cierto, pues es el último fragmento que queda de ese viejo murallón histórico del que habla Edwards Bello, y que ya fue demolido por toda su extensión en el resto de la calle San Borja. En una ciudad donde existe una pasión febril por derrumbar y destruir todo vestigio de historicidad urbana, sin duda que sólo un auténtico santo sería capaz de salvar de la picota y el taladro esta clase de rincones.
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Fuentes: URBATORIVM.
http://urbatorium.blogspot.com/

Centro Histórico Forense
PDI – Valparaíso
La Nación.cl

Fotos: Archivos IIEE (Raúl Núñez)
 
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