DE NIÑO AGREDIDO A VIOLADOR EN SERIE
Roberto Martínez pasó gran parte de su vida entre los centros de readaptación de menores, su población y la cárcel.
En su casa, ubicada en la José María Caro, y con apenas tres años, sus tíos travestis lo dejaban amarrado cuando iban a trabajar. "Uno vez lloró tanto que un vecino tuvo que soltar sus amarras", recordó un vecino.
A los cuatro años fue retenido por vagancia, época en que ya había heredado el apodo de su madre, "El Tila". Allí comenzaría su ascendente carrera delictual, matizada con el compulsivo consumo de drogas.
Tras una prolongada estada en Valdivia, en noviembre de 1990, a los 14 años, Martínez y otros dos jóvenes asaltaron y violaron a una joven alemana en un departamento de calle Merced. En su breve paso por la cárcel se destacó por sus dotes artísticas.
BREVE RESUMEN DE SU HISTORIAL DELICTIVO
En marzo del '94, en compañía de otros sujetos, "El Tila" entró a la casa de un ex gerente de “El Mercurio” en Lo Curro. Apuñaló en el cuello al ejecutivo.
Martínez Vásquez, fue apresado en julio del año 2002, luego de ser acusado del asesinato de Maciel Zúñiga, de 15 años, cuyo cadáver fue mutilado e incinerado en un tambor en las cercanías de un vía ferroviaria, ubicada en la comuna de Pedro Aguirre Cerda.
8 de mayo de 2002. Tras su detención, admitió haber sido el autor del crimen de la adolescente, a quien asesinó para luego descuartizar su cuerpo, devorar parte de sus entrañas y quemar el cadáver.
Población José María Caro. Crimen de Maciel Zúñiga. Roberto Martínez confesó ante el juez Carrillo el 17 de septiembre de este año todos los pormenores del estremecedor crimen de la joven drogadicta de 16 años, a quien asesinó por haberse practicado un aborto de un hijo suyo. "Sé que matar a la Maciel fue gravísimo, pero lo que hice después fue mucho peor (...) fui caníbal. La única razón para comerme parte de la Maciel fue de rabia. Quería encontrar el feto, quería comerme el útero".
Camino El Huinganal, miércoles 5 de junio de 2002: "Salí de mi casa y me compré 10 mil pesos en pasta base. Además me habían dado un frasquito de éter... tomé una micro".
Esa noche, en el departamento escogido por Martínez para asaltar estaban presentes una madre, su hija adolescente, un niño de nueve años y una empleada. "El movía la pistola, me dijo, vamos para la pieza, tu “sabís” lo que viene ahora", recordó una de sus víctimas. "Me persiguió y comenzó a hacerme los tajos (...) después me dijo: ' ponte ropa sexy'".
También confesó ser el autor de tres robos con violación que afectaron a propietarios de departamentos siempre ubicados en el segundo piso - de distintos sectores de la capital.
El primero de estos asaltos lo realizó el 6 de agosto de 2001, atacando a un matrimonio en un departamento de Vitacura. Tras ultrajar a la dueña de casa, robó un terno para vestirse bien. En mayo del 2002 atacó con idéntico patrón de violencia a una pareja en la calle Rosal de Santiago Centro. Finalmente, los primeros días de junio de ese año, robó a una familia de La Dehesa, violando a la dueña de casa y a su hija.
¿Pensó en matarlos?, le preguntó a Roberto José Martínez Vásquez, "El Tila", uno de los siquiatras designados por el juez de dedicación exclusiva, Carlos Carrillo, para practicarle un acabado perfil sicológico a mediados de octubre. "Sí, pero no quise hacerlo... se dieron las condiciones... Quizás si lo hubiera hecho, no estaría preso", respondió, recordando el brutal asalto en el que mantuvo secuestrada durante 12 horas a una familia completa en La Dehesa. A continuación parte del relato de las confesiones de "El Tila" de los ataques de Vitacura, calle Rosal, y La Dehesa, el homicidio de Maciel Zúñiga y el testimonio de sus víctimas.
6 de agosto de 2001. Calle Bartolomé de las Casas 1751, departamento 12, Vitacura. En esta ocasión Martínez Vásquez atacó a un matrimonio chileno-argentino que dormía en su dormitorio. "En ese tiempo trabajaba vendiendo “La Segunda” en Rodrigo de Araya con Bilbao y luego en Camino El Inca. La primera idea que tuve fue sustraer un vehículo, pero no para venderlo ni nada de eso, sino que con la idea de chocarlo, de hacer una carrera en la Kennedy para sentir desahogo. Quería quitarme la vida (...) Subí escalando, fue muy fácil por las rejas de protección (...) pensaba que el departamento estaba solo. Ya estaba como relajado cuando se me ocurre abrir la puerta de un dormitorio con la tranquilidad de que no había nadie".
Las víctimas de Martínez Vásquez en esa oportunidad recuerdan una versión muy diferente. "Alrededor de las 21.30 horas decidimos apagar las luces y el televisor y acomodarnos para dormir. En ese momento un hombre se tira a nuestra cama encima de los dos. Tiró el cordón del teléfono y ató a mi esposo (...) le pidió que no me hiciera nada, pero éste se acerca y le pone un cuchillo en el cuello y le dice que coopere o si no se podría desangrar (...) me pide que me ponga ropa interior y me obliga a ir al baño. Lo único que me dice es que si no fuera por eso, él nunca me habría conocido".
16 de mayo 2002 Calle Rosal, Santiago. "El Tila" ataca a una pareja de pololos. "Me encontraba con mi pareja. En un momento le comenté que había mucho viento y fui hasta el baño", recuerda la joven atacada en esa oportunidad. Roberto Martínez relata que "de pronto apareció una mujer gritando, estaba como histérica (...) de pronto, al violentarme, siento que mi cuerpo se endurece". Su víctima, sin embargo, dijo: "En un momento dado se acercó a mí, hablándome en voz baja, diciéndome que cooperara o más se iba a demorar. Mientras me tocaba, pasaba el arma por mis brazos".
El 14 de diciembre del 2002, " El Tila" se suicidó tras ahorcarse al interior de su celda del módulo Alfa en el Penal de Colina. Poco tiempo después, el magistrado del Trigésimo Primer Juzgado del Crimen de Santiago, Carlos Carrillo, sobreseyó los procesos en que estaba acusado Roberto Martínez Vásquez.
Un día después de terminar de escribir su autobiografía y de anunciarles a sus abogados y confesores espirituales su decisión de auto eliminarse, Roberto José Martínez Vásquez, "el sicópata de La Dehesa", acabó sus días colgándose de los barrotes de la ventana de su celda de máxima seguridad en el módulo Alfa del penal Colina II. Para ello usó el cable de la máquina de escribir eléctrica que le había regalado el juez Carlos Carrillo, quien lo había sometido a proceso por sus crímenes.
Con la muerte de "El Tila" resulta inminente el sobreseimiento definitivo de todos los procesos seguidos en su contra: robo con violación, secuestro calificado, homicidio calificado, homicidio frustrado y lesiones graves. Martínez, de 26 años, se convirtió en el delincuente más buscado por la policía al descubrirse que se trataba del atacante serial que estaba detrás de tres brutales asaltos con violación en Vitacura, calle Rosal y un condominio de departamentos en Camino el Huinganal, en La Dehesa.
Para lograr su anunciado objetivo de quitarse la vida, "El Tila" aprovechó un corte de luz que afectó al penal donde estaba confinado en espera de recibir su condena en las próximas semanas.
Montanares admitió que Gendarmería manejaba la posibilidad de que "El Tila" quería suicidarse. En septiembre protagonizó dos frustrados intentos para auto eliminarse colgándose al interior de un carro celular y de su celda.
"Se tomaron todas las medidas humanas y técnicas para evitarlo", aseguró el oficial penitenciario.
Montanares agregó que debido al corte de luz, se tuvo que reforzar la vigilancia perimetral y efectuar rondas en las celdas de aislamiento dispuestas en el módulo Alfa. En este procedimiento, según señaló, se chequeó en cuatro oportunidades la celda de Martínez Vásquez. La última, en la cual se constató que "El Tila" contestaba el llamado de sus custodios, tuvo lugar a las 23.50. Sin embargo, cinco minutos después, ante una nueva revisión, "El sicópata de La Dehesa", no contestó al llamado de los gendarmes. Se dio aviso a la guardia interna que hizo ingreso a la celda, aún sin luz. Sólo entonces los centinelas se percataron, a la luz de sus linternas, que el reo se había ahorcado colgándose por el cuello con el cordón de su máquina de escribir eléctrica desde uno de los barrotes de la celda que ocupaba. Martínez vestía sólo una polera y calzoncillos. Toda la secuencia quedó grabada en el circuito cerrado de televisión del penal y registrada por la cámara ubicada dentro de la celda.
La grabación, puesta a disposición del magistrado Carrillo, quien se constituyó en el penal para verificar en terreno la muerte, muestra sólo la penumbra que aprovechó "El Tila" para suicidarse y registra el momento en el que las luces de las linternas de los gendarmes alumbran el cadáver suspendido en el aire.
Respecto de la aparentemente tardía intervención del personal penitenciario, Montanares aseguró que resultaba extremadamente peligroso ingresar a oscuras a la celda de un reo de alta peligrosidad como Martínez Vásquez. Aclaró que los sistemas de iluminación de emergencia del penal funcionaron, aunque sólo abarcaban el sector perimetral del recinto carcelario y algunas zonas de uso colectivo de los reos.
Según fuentes cercanas al caso, Roberto Martínez dejó, además de su libro -un conjunto desordenado de papeles escritos a máquina- más de 20 cartas, dirigidas a algunas de las parejas que tuvo, a los abogados querellantes, al juez y a su defensor, Carlos Quezada. Fueron infructuosos los esfuerzos por ubicar a los abogados que presentaron acciones legales en su contra, Juan Pablo Hermosilla, en representación de la familia atacada en Huinganal, y Héctor Musso, del Ministerio del Interior.
Llamó particularmente la atención una de las misivas en la que señala: "No pido perdón porque sé que lo que hice es imperdonable (...) admito que soy un resentido social". Aún así, según las fuentes, en sus misivas demuestra lo que parece ser un profundo arrepentimiento.
Martínez dejó varios dibujos a mano alzada que muestran fetos y representan los dos abortos a los que se sometieron sus ex parejas, entre ellas la propia Maciel Zúñiga. En uno de los bocetos se muestra a sí mismo con el índice estirado intentando alcanzar el dedo de un bebé que lo mira.
Su abogado, Carlos Quezada, señaló ayer que "no tiene sentido endosar lo sucedido a Gendarmería. Todos sabían que era un riesgo que podía pasar. La única forma de evitarlo hubiese sido tener un gendarme las 24 horas del día en la celda de Roberto, lo que es imposible".
Aún así, Quezada sostuvo que la muerte de Martínez demuestra que "fallaron todos los organismos de control social, fallamos los abogados, y Gendarmería falló en la asistencia, ya que el objetivo era mantenerlo con vida".
En tanto, ayer el capellán de Gendarmería, Nicolás Vidal, narró al periódico “La Tercera” que Martínez le había expresado su deseo de suicidarse. "Lo traté de disuadir. La vida humana tiene futuro, pero el suicidio lo corta todo", expresó el religioso.
Familiares de Martínez Vásquez que pidieron no ser identificados, anunciaron la presentación de una querella en contra de Gendarmería debido a la muerte.
Durante la tarde, el cuerpo de "El Tila" fue velado en la población José María Caro. Los vecinos amenazaron con piedras a los medios de comunicación que llegaron al lugar y bloquearon, además, los pasajes con carretones y un automóvil para impedir el acceso a la casa de la madre de Martínez.
|