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ENIGMAS DE DOS MUNDOS

LOS CRIMENES INEXPLICABLES
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Desde Jack el Destripador a Madeleine McCain, la Crónica Roja acumula montañas de Enigmas, que sólo permiten una explicación increíble.-
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Las desapariciones de personas siempre han despertado especial interés, más aún, siendo niños, incluso videntes, como la chilena Isabel Cristina Ávila se han pronunciado al respecto.
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Los crímenes impunes son tan viejos como la presencia del hombre aquí en la Tierra. Se podría hacer un recuento interminable de tales sucesos, pero hay crímenes que llevan aparejada la desaparición de la victima, lo que los torna doblemente misteriosos. Y ese agregado al delito, constituye un ingrediente extra ahonda el enigma, porque si no hay víctima, no hay crimen y surge la acuciante duda: ¿no será que el, o la, víctima desapareció por propia voluntad? Pero, por lo general, la desaparición ha sido forzada.

Las páginas policiales nos entregan con inusitada frecuencia, crímenes misteriosos, donde los investigadores no tienen por donde comenzar sus pesquisas, o bien, los policías se enfrentan a desapariciones inexplicables, donde no existe un móvil que justifique el hecho. Y tales casos van acumulando polvo en los archivos policiales hasta que llega un momento en que ya nadie se acuerda de ellos. Pero hay sucesos criminales que no es olvidan nunca.
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En época no muy remota, fines del siglo XIX (1888), ocurrió un suceso en Londres, que aún hoy, a 120 años de distancia en el tiempo, sigue concitando la atención mundial y cada tanto, surge un libro con una nueva teoría respecto a quien fue el criminal que, conocido como Jack el Destripador, asesinó a cinco prostitutas callejeras, y tras su quinto asesinato, se perdió en las brumas del misterio y de los años. Pero Jack no se contentaba con darles muerte a las jóvenes vendedoras de amor con tarifa, sino que, en un rasgo muy peculiar, les abría el vientre y les extraía los intestinos que se los dejaba sobre los hombros. Aparte de tan espeluznante salvajismo, Jack, les extrajo partes de su cuerpo, las que nunca aparecieron, o sea, se las llevó.

En la época, se acusó de los asesinatos a la logia masónica y por extensión, al rey Eduardo VII y a su hijo, el Duque de Clearence, pues ambos eran miembros de la logia. Con el correr de los años, que ya suman más de un siglo, se han ido acumulando sospechosos de todo linaje y por estos días, circula en los Estados Unidos, un libro de la escritora Patricia Cornwell—“Retrato de un asesino”—donde asegura que Jack fue el pintor Impresionista inglés, llamado Walter Sickert, y abunda en detalles que implicarían al artista en los crímenes de Whitechapel. Pero, al parecer, nadie se fijó en otro detalle, que nos lleva a recurrir a una explicación sumamente fantástica, fantástica para esa época pero no para estos tiempos del chupacabras y otros misterios parecidos.
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En los tiempos en que Londres aún no vivía bajo el terror de Jack, pero sí muy cercano, otro terror amenazaba a las mujeres de la capital inglesa. Lo curioso es que en esos tiempos (ni en los venideros) nadie haya unido ambos casos. Se trataba de un personaje que deambulaba por las calles londinenses y que se dedicaba a espiar por las ventanas de los dormitorios, donde dormían mujeres. Todo indica que tal personaje buscaba a determinada mujer. Incluso llegó a penetrar a un par de viviendas causando un pánico enorme.

Si años después, tras los ataques del destripador, se hubieran cotejado las características físicas de ambos personajes, se habrían dado cuenta que tanto Jack como su antecesor, tenían una estatura semejante—muy altos—y vestían de manera parecida, con capas negras y un sombrero de copa. Pero así como a Jack sólo lo vieron tres testigos en total que lo describieron, a este personaje que fuera bautizado por la prensa londinense como “ Juanito talones de resortes” lo observaron numerosas personas.
Famoso pintor inglés, Walter Sickert, sospechoso de ser Jack El Destripador.
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Llegó a tanto el pánico que causaba en las noches de neblina, que la policía destinó equipos montados para darle caza, porque los testigos decían que corría con una velocidad increíble, cuando algunos grupos de ciudadanos quisieron capturarlo.

Cierta noche, por fin, una patrulla montada lo divisa de lejos, iniciándose una persecución desenfrenada, porque los caballos eran más veloces que el fugitivo. Y aquí viene la médula de esta historia. El personaje que corre desalado, penetra en una calle sin salida y los policías cantan victoria porque su presa ha caído en la trampa. Pero ignoraban con quien se las estaban viendo.

En el fondo de la calle, existía una casa de dos pisos, las que antiguamente eran muy altas y debe haber tenido a lo menos, la altura de un edificio actual de cuatro pisos. Juanito no tenía escapatoria. Tras rodearlo, los policías desmontaron para encadenarlo pero el personaje los miró sonriendo y de pronto, dio un salto prodigioso y pasó por sobre el techo de la casa y se perdió para siempre. Es obvio que no se trataba de un ser humano. Cabe preguntarse: ¿Jack el destripador, no sería Juanito o alguno de sus semejantes, venidos de un mundo desconocido?

EXTRAÑA RACHA SUICIDA

¿Es el suicidio un delito…? Seguramente no, aunque en la actualidad es un tema de discusión, porque hay gente que postula que cada cual es dueño de su vida. Por estos días se encuentra de plena actualidad la decisión de una adolescente de trece años que ha rechazado la posibilidad de un trasplante de corazón, cansada de haber sufrido diversos tipos de enfermedad desde su nacimiento y sólo desea morir en su cama y al lado de sus padres y hermanos. Pero esa es una cuestión espiritual y muy respetable.

Lo traigo a colación, porque entre los numerosos enigmas que se acumulan en mis archivos, hay uno que se lleva las palmas: es el suicidio de ocho científicos ingleses (los mejores misterios son ingleses) y que se fueron quitando la vida, uno a uno, en un corto lapso de tiempo. Todos trabajaban en un proyecto secreto en la firma “Marconi”, especializada en asuntos de “Defensa”, como se denomina eufemísticamente la fabricación de armas de destrucción masiva. Las pesquisas de Scotland Yard y de los Servicios de espionaje y contraespionaje del Reino Unido, no llegaron a ninguna parte y por ello, sólo cabe pensar que el proyecto de estos hombres de ciencia no le gustó a algunos de esos vecinos nuestros del Espacio-Tiempo, y les ordenó subliminalmente que se auto eliminaran y con ello, tal vez, eliminar la fabricación de algún arma que podría haber dejado como juguete de niño a la bomba atómica, destruyendo a una humanidad que los ET vigilan y cuidan desde que el hombre llegó a este planeta. Veamos como se desarrolló este asunto Made in British.
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El 24 de marzo de 1988 - hace veinte años exactamente - la prensa inglesa tocó a rebato al conocerse que un destacado hombre de ciencia británico se había suicidado. La alarma creada por los periodistas no era infundada, porque dicho suicidio era el octavo de una serie que se había iniciado en 1982 y para agravar la situación, todos los suicidas habían sido investigadores de la empresa Marconi, filial de la mayor empresa británica que fabrica armas ultra secretas para el ejército inglés. Para que se tenga una idea, Marconi tenía en esos años, nada menos de cuarenta mil empleados.
Empresa Marconi a finales del siglo XIX
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Antes de entrar en los detalles de los suicidios, es bueno recordar que un poco antes de 1982—cuando se inicia la serie británica—un científico ruso del más alto nivel, esperaba la llegada del metro en una estación de Moscú, abarrotada de gente. Cuando apareció el convoy, una mujer se le acercó por la espalda y lo empujó a la vía, y el metro se encargó de darle muerte instantáneamente. La víctima era un destacado investigador sobre física del plasma. La mujer, que fue declara loca por la prensa, dijo que ella no tenía la menor idea de quien era dicha persona pero que “una voz procedente del espacio, le ordenó darle muerte a ese hombre, poco antes que apareciera el convoy”

Volvamos a Londres. Trevor Knight, ingeniero experto en misiles de Marconi, se encontraba en su casa de Harpenden, a 30 kilómetros al norte de Londres. Vivía solo porque hacía tres años que se había separado de su esposa. Como no apareciera en su oficina, lo fueron a buscar y lo encontraron en el interior de su auto, que estaba dentro del garaje de la casa. Había conectado una manguera al tubo de escape, puso en marcha el motor, cerró las ventanillas y se asfixió con el monóxido de carbono. Ni una carta, ni un indicio del porque tomó su fatal decisión. La prensa londinense le comenzó a sacar los trapitos al sol al gobierno y a Scotland Yard: en marzo de 1987, David Sand, Director de Proyectos de Marconi, fue encontrado completamente quemado en el interior de su auto. Ni una pista, ni un móvil para esa muerte que pudo ser suicidio o asesinato.

Enero de 1987 : Sigh Gida, de 24 años, experto en acústica de Marconi, desaparece misteriosamente de su casa en Londres sin dejar ni la menor pista de su paradero. Un mes después, es encontrado por la policía francesa en un barrio de burdeles en Paris. El joven científico no recuerda como ni en qué llegó a Francia, ni qué hacía en un burdel con su mente en blanco y sin memoria ninguna.
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Febrero de 1987 : cuando la policía francesa encuentra a Gida en Paris, la policía británica llega hasta la casa del científico inglés, Peter Peadell, y lo encuentra muerto, asfixiado con gas de su propio auto y tendido debajo del vehiculo. Por supuesto, sin la menor huella que indique que llevó al hombre de ciencia a quitarse la vida de tan extraña manera.

Agosto de 1986 : Vimal Dajibai, de 24 años de edad, especialista en informática de Marconi, estrella su automovil contra una mole de asfalto en medio del puente de Bristol, y se mata en forma inmediata. La policía dice que era imposible chocar contra esa mole y la única explicación lógica para el accidente, es que el hombre de ciencia se lanzó premeditadamente con su auto contra la mole. Dajibai estaba tramitando el ingreso de su novia pakistaní a Inglaterra y pensaban casarse apenas ella llegara a Londres.
Las desapariciones de personas siempre han ocurrido.
El niño pintor de Málaga David Guerrero en España, ya son 20 años que su familia no sabe de su paradero
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De los restantes suicidios, no hubo información, porque el Ministerio de Defensa inglés comenzó a investigar a Marconi y se cerraron todas las fuentes de información. Pero sea como fuere, hasta hoy, nadie explicó la razón de esta racha de suicidios.

AYER LAS HADAS, HOY LOS ET (*)

Cada época terrestre tiene sus peculiaridades. Si aceptamos que Jack el Destripador y Juanito talones de resortes eran la misma persona, estamos hablando de un asesino extraterrestre. Y a finales del siglo XX, tenemos unos suicidas que (nuestra sospecha es insoslayable) deben haber recibido una orden subliminal de quitarse la vida, porque a lo mejor, su trabajo era un peligro para la Humanidad.

En tiempos no muy remotos—siglos 18 y 19—sucedían sobre el planeta Tierra, tantos o más misterios que los que vemos ahora y que son de cargo de los extraterrestres. Pero en los tiempos antiguos, el término ET aún no se acuñaba y los hechos insólitos, se les cargaban a las Hadas y a los Elfos, pasando por un par de personajes llamados Súcubos e Incúbos, que eran hombres y mujeres de otro mundo que se dedicaban a conquistar a mujeres y hombres terrestres, con fines nada santos.

Las Hadas, a las cuales la moderna literatura infantil pintó como seres maravillosamente tiernos, no lo eran tanto. Si bien trataban cortés y dulcemente a algunas personas, a otras las sometían a terribles castigos, mientras los Elfos, eran unos enanos juguetones pero terriblemente crueles, aunque a veces mostraban, a ciertas personas, un lado generoso.
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La desaparición de la niña inglesa Madeleine McCann de Praia de Luz al sur de Portugal, el 3 de Mayo de 2007
sigue sin conocerse su paradero hoy en día
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Pero hablemos de las Hadas por ahora, porque hay dos o tres hechos que se podrían justificar con el sistema que las hadas ponían en práctica muchas veces. Me refiero a los casos de las tres últimas pequeñas desaparecidas, una de las cuales fue encontrada muerta en muy extrañas circunstancias.
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Primero,, fue la desaparición de Madeleine Mccain, la niña británica de cinco años de edad, que se volatilizó desde su habitación en un edificio del balneario portugués, Playa de la Luz , caso que ha contado con todos los elementos de investigación—incluyendo millonaria recompensa—pero que no ha dado el menor resultado. Madie desapareció el 4 de mayo del 2007 en horas de la madrugada. Sencillamente se disolvió en la nada.

Un año y tres meses después de Madie—el 10 de agosto del 2008--, desaparece Ylenia Lenhard, de cinco años de edad, desde la localidad suiza de Appenzell. En este caso, la pequeña fue encontrada muerta en el interior de un bosque en Oberbueren, el 15 de septiembre último
Otro desgraciado suceso, con un final controvertido y poco claro.
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Lo curioso de este caso es que se buscaba como sospechoso a un tal Urs Hans von Aesch (67), pero el sospechoso había sido encontrado muerto de un disparo, cerca del bosque donde posteriormente se halló a la pequeña. Este hombre murió el día 11 de agosto, es decir, al día siguiente de la desaparición de Ylenia y hay la versión que le disparó a otro hombre y luego se habría suicidado ¿No habrá sido al revés, que trató de atacar al secuestrador y este se le adelantó?
Sospechoso muerto en circunstancias extrañas,
cerca del bosque donde fue encontrado el cadáver de Ylenia la niña suiza asesinada
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El tercer caso nos toca directamente. La policía argentina de Río Grande, fronteriza con Magallanes, le solicitó a la policía chilena que investigue si la niña Sofía Yasmin Herrera, de tres años de edad, ha sido traída bajo secuestro a territorio chileno. Sofía llegó a mediados de septiembre último con sus padres, a un camping ubicado a 50 kilómetros de Río Grande.
El Gobierno argentino y el recuadro ofreciendo recompensa para aclarar la desaparición de esta niña argentina
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Veinte minutos después de llegar al camping, la niña desapareció. Ha sido tal la conmoción que el caso ha despertado en Argentina, que el Ministerio de Justicia ofreció una recompensa de doce millones de pesos chilenos, a quien indique el paradero de Sofía Yasmin

Si estos tres casos hubieran sucedido en el siglo 19, de seguro que todo el mundo se los habría cargado a las hadas porque, uno de los castigos que las hadas les daban a los humanos que les caían mal, era secuestrarles a sus hijas. En contadas ocasiones las hadas devolvían a las pequeñas.

Pero habría que ensayar una nueva pero vieja teoría, la que dice que los ET secuestran niños terrestres para mejorar alguna raza extraterrestre.

¿Debemos reírnos de todas estas creencias?
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Autor: Osvaldo Muray

Periodista especializado en crónicas policiales. Ha escrito en los más importantes medios de comunicación de Chile.

Autor del libro, entre otros,
“Los grandes asesinos del siglo XX”
Antología del crimen en Chile

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Bibliografía a consultar:

(*) Pasaporte a Magonia (Jacques Vallee)


La investigación de niños desaparecidos es incómoda. He aquí la portada del libro recien editado en España por Gongalo Amaral,  Inspector policial portugués, que coordinó la investigación donde expresa su opinión particular respecto al Caso de la niña Maddie.
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