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SILLUSTANI: EL CEMENTERIO SAGRADO
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Cerca de Puno, en el Altiplano peruano, se encuentra Sillustani, una península en la que se levantan unas imponentes chullpas construidas por los collas y los incas. A pesar de que la teoría oficial asegura que estas torres solo fueron tumbas, son muchos los que creen que tienen un sentido mucho más trascendente y que se encuentran en un lugar mágico y sagrado, en un punto energético en el que avistamientos de ovnis o vivencias extraordinarias se producen a menudo.
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Texto: CARLOS G. TUTOR Y OLGA CANALS

A medida que nos acercábamos a Sillustani las siluetas de las chullpas se recortaban con más claridad sobre las colinas. Decenas de torres ciclópeas descansan en la península de la laguna de Umayo, desafiando al paso del tiempo y a los vientos que a menudo soplan en esta zona. Este complejo arqueológico, que se encuentra a unos 34 kilómetros de Puno y del lago Titicaca, es una de las zonas arqueológicas más grandes de América, ya que ocupa unas 150 hectáreas, en las que se cuentan casi 90 chullpas y numerosos vestigios de las culturas que habitaron el lugar.

Las chullpas son construcciones típicas a lo largo de todo el Altiplano de Perú, Bolivia y Chile. Se trata de torres funerarias en las que se enterraba a los nobles y que, en función de la zona en la que se encuentran, presentan características diferentes: mientras que las del norte del Altiplano suelen ser circulares y de piedra, las del sur son rectangulares y hechas con adobe, aunque estos son solo patrones generales.

Cerca de Sillustani, por ejemplo, se encuentran las chullpas de Cutimbo, en las que se mezclan formas circulares y cuadradas. Pero sin duda, aunque estas construcciones son comunes en un territorio muy amplio, el complejo más impresionante y enigmático es el de Sillustani. A pesar de que este lugar aún no ha sido tomado por el turismo masivo, cada vez son más las personas que llegan hasta él buscando vivir una experiencia mística. No es extraño ver a grupos que realizan rituales y meditaciones entorno a las chullpas, ya que se cree que la península en la que se asientan fue considerada sagrada desde la más remota antigüedad y que está impregnada de una energía muy fuerte, por lo que Sillustani se considera un lugar de poder.
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Nada más tomar el camino que asciende hasta la colina en la que se asientan las chullpas nos encontramos con la primera de estas torres funerarias. Se trata de una torre circular de unos 4 metros de altura construida con piedras sin pulimentar. El contraste con la enorme chullpa que asoma en la parte alta de la colina, formada por piedras perfectamente labradas y encajadas, es evidente, y es que esta enorme necrópolis es el resultado de la fusión de diferentes culturas. La cultura colla, que apareció alrededor del año 1200, levantó las chullpas más toscas, mientras que los incas aplicaron sus técnicas constructivas, dando lugar a las torres más trabajadas y características de Sillustani.
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Un ejemplo de ello es la chullpa del Lagarto , una imponente torre de más de 12 metros de altura y con un diámetro de 7,20 metros en la base y 7,60 en la parte superior. Una de las características más desconcertantes de estas chullpas, y que a la vez las hace únicas, es precisamente su forma de cono invertido, ya que son más anchas en la parte superior que en la base. Las torres funerarias de Sillustani muestran una estructura que sorprende y desafía a la gravedad y el equilibrio. Para que semejantes estructuras se sustentaran, los incas tuvieron que usar una compleja técnica desconocida por los europeos que las vieron por primera vez: fueron superponiendo rocas rectangulares un poco curvadas, de aproximadamente 1,50 metros de ancho por 80 centímetros de alto, que se sostenían solo por el peso que unas ejercían sobre otras, ya que no existe ningún material de contacto en unas uniones por las que no cabe ni una hoja de afeitar. Además, el recubrimiento exterior tiene hendiduras y protuberancias que le daban flexibilidad a la estructura para que pudiera aguantar en caso de terremoto
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Pero si, una vez en lo alto de la colina, la visión de la chullpa del Lagarto es sobrecogedora, no lo es menos contemplar el enclave en el que se erigieron estos monumentos, a más de 3.900 metros sobre el nivel del mar. Desde este lugar se aprecia el impresionante paisaje en toda su extensión y el verde del altiplano contrasta con el azul calmado de las aguas de la misteriosa laguna Umayo. Y mientras contemplábamos este paisaje conocimos a Jorge Sotomayor, funcionario de carreteras. Después de un rato de conversación nos explicó que hacía apenas unos minutos, justo cuando llegó a Sillustani, pudo ver un ovni en el cielo. «Era como una mancha oscura —recordaba—. Estaba caminando y vi que se movía. Iba recto y después dio un giro y bajó, iba muy rápido y fueron apenas unos segundos».
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Este encuentro casual nos puso sobre la pista de algo que se relaciona a menudo con Sillustani: los encuentros con los no identificados. Pero antes de abordar los misterios del presente continuaremos recorriendo los del pasado, como la finalidad para la que fueron concebidas las chullpas. La arqueología oficial habla de torres funerarias en las que se introducían los cadáveres en posición fetal. En algunos casos, las personas que habían acompañado en vida al fallecido tenían que hacerlo también después de su muerte, por lo que se realizaban sacrificios humanos y todos los cuerpos, que en ocasiones llegaban a ser más de diez, eran enterrados en la misma chullpa.

Todas las torres tienen una pequeña apertura hacia el Este, que servía de comunicación entre el difunto y el dios Sol, pero se cree, por las pequeñas dimensiones de estas puertas, que los cuerpos no se introducían en las chullpas a través de ellas. Algunos estudios han concluido que los cuerpos se introducían por la bóveda antes de que esta fuera cerrada, aunque se desconocen los motivos de esta extraña práctica que resulta aún más sorprendente cuando se conoce cómo es la estructura interna de las chullpas. En el interior de las torres más trabajadas, más o menos a media altura, se levantaba una bóveda con piedras pequeñas y los cuerpos se colocaban debajo de esta, por lo que introducirlos por la parte de arriba significaría hacerlo cuando las chullpas estaban a medio construir.
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Otras teorías más arriesgadas apuntan a que las chullpas podrían ser una extraña morada compartida entre vivos y muertos, una especie de viviendas-túmulos, ya que su situación y el tipo de construcción no tendrían sentido si solo se tratara de sepulcros. Incluso hay quien va más allá y cree que, por su ubicación, las torres fueron una especie de hitos geodésicos empleados para realizar complejos cálculos astronómicos y relacionados estrechamente con la cosmovisión andina.

En este sentido, en Sillustani se encuentran los restos de dos construcciones circulares cuya finalidad sigue siendo un enigma. El arqueólogo y editor norteamericano E. G. Squier ya habló de ellas en 1868: «Hay unos restos que tienen especial interés por su gran similitud con los monumentos más tempranos de la humanidad. Son indistinguibles de los que se encuentran en el norte de Europa y en las islas Británicas y se conocen como círculos solares o druídicos. Los nativos los llaman Intihuatana, que significa literalmente “lugar donde se amarra el Sol”».

Los dos círculos tienen 45 y 27 metros de diámetro. Y mientras que el más pequeño está formado por piedras clavadas directamente en el suelo, el más grande está rodeado por un círculo de piedras labradas, y tenía un monolito en su interior.

Algunas de las teorías que explican el significado de estos dos círculos afirman que podrían ser una especie de reloj solar encargado de marcar las horas en las que se debían realizar los sacrificios, o que podría tratarse de círculos empleados para hacer rituales religiosos y preparar los cuerpos antes de enterrarlos. Para otros, las dos esferas, al ser de diferente tamaño, representarían al Sol y la Luna, y servirían para observar sus movimientos.

El investigador Greg Jenner va un paso más allá y cree que los círculos de Sillustani serían en realidad un círculo solar binario muy anterior a los incas. Los dos círculos implicarían que los antiguos peruanos habrían tenido acceso a un conocimiento secreto: la existencia de un sistema binario de estrellas, lo que se relaciona con Nibiru, el hipotético planeta del que habló Zecharia Sitchin. Según algunas fuentes citadas por Sitchin, este posible planeta sería en realidad una estrella, una enana marrón, que realizaría una órbita elíptica alrededor del Sol con un período orbital de entre 3.600 y 3.760 años.

Más allá de los enigmas de su pasado, son muchas las personas que sienten que Sillustani es aún hoy un lugar especial y que notan una especie de recarga espiritual al visitarlo. La escritora Melanie Mulhall, que visitó por primera vez Sillustani hace unos meses, nos explicaba así lo que sintió: «Sillustani es un lugar de poder. Es como si el tiempo y el espacio vibrasen. Tuve la sensación de que tanto las chullpas como el entorno eran un lugar sagrado. Es como si el lugar hubiera estado conectado con lo divino, y con los hermanos estelares, durante eones».

Para Roberto Vargas, miembro de la Misión Rahma en Tacna, «la energía que se “siente” en las chullpas es impresionante». «En una ocasión en la que realizamos prácticas de dermoóptica —explicaba—, al colocar las palmas de las manos en los bloques podíamos captar de esta “biblioteca” o “archivo vibratorio” información del pasado respecto a mensajeros del espacio y seres de gran tamaño conocedores de los secretos de la naturaleza que llegaron para habitar transitoriamente en estos lugares. Al retirarse del planeta dejaron parte su tecnología resguardada en la profundidad de la laguna Umayo, sellando los accesos hasta la llegada de un nuevo ciclo».
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Vista de la Laguna de Umayo

El contactado peruano Fernando Bendezu también habla de la posibilidad de que haya una ciudad extraterrestre en el fondo de la laguna. La noche del 28 de julio de 1995 acudió a un lugar que le había sido indicado previamente para entablar un contacto y pudo ver, según él, varias naves extraterrestres, una de ellas muy cercana. En un momento dado se vio transportado a una sala con doce seres, y uno de ellos le indicó que en poco tiempo tendría un contacto con la «esencia» y que encontraría la prueba final de que se pueden trascender las dimensiones y que el espacio y la distancia no existen. Años después estos seres o guías determinaron que este contacto se llevaría a cabo en Sillustani y la fecha indicada fue el 4 de junio de 2005. «El lugar fue escogido porque, tal y como “ellos” me hicieron ver —nos explicaba Bendezu—, en la antigüedad unos gigantes llegaron a esa zona, antes del Diluvio, y las piedras fueron colocadas como una suerte de acupuntura en todo el mundo. En Sillustani la piedra canaliza una fuerza de la Tierra que tiene que ver con la gravedad y la magnetita que tenemos en el cerebro, por la cual estamos conectados a la Tierra».

Los guías le dijeron que la conexión con las piedras es importante, pues en ellas «radica un “secreto” del tiempo». Por eso, según Bendezu, «los monumentos que los antiguos hacían con piedra eran canalizadores de las fuerzas de la Tierra y el Cosmos, y los utilizaban para despertar esa fuerza interior que se puede llamar la esencia de todo. Entonces cobran importancia los menhires, los dólmenes o los intihuatanas. Las chullpas son “antenas” que se conectan al campo electromagnético, por el que se pueden mover fuerzas gigantes, principalmente para recordar nuestro origen».

El día indicado fue un grupo de once personas a Sillustani. Los guías les explicaron que de madrugada se abriría un portal dimensional que solo algunos podrían cruzar. A la hora acordada vieron una nave sobre el campamento y después «se empezó a formar una neblina sobre las aguas de la laguna Umayo y se vio un resplandor que iluminaba el fondo». Unos seres que salieron de una luz en forma piramidal se desplazaron por el agua y se acercaron al grupo. Uno de ellos guió a Bendezu hasta el lago. «Me vi dentro de una ciudadela —nos contaba—, como un gran laboratorio debajo del lago. Había mucha gente realizando tareas. Vi cómo muchos seres estarían viviendo y encarnando como humanos, para recopilar información. Este remanente de civilización coexistía con nuestra humanidad, dentro de grandes galerías y túneles. Algunos estaban enfermos a causa de la contaminación mundial psíquica». Después de esta experiencia el contactado tuvo una visión en la que se veía como un todo con el Universo.

Bendezu cree que, aunque él accedió a la ciudad-laboratorio bajo la laguna desde el plano astral, existe físicamente, ya que todo el grupo pudo ver la luz bajo las aguas, y el suyo no es el único testimonio en este sentido. Los habitantes del lugar cuentan antiguas leyendas que hablan de una ciudad sumergida en la laguna.

Otras historias populares hacen referencia a enormes serpientes que se esconden bajo el agua, e incluso llaman a la laguna «come-hombres», ya que una antigua creencia aseguraba que quien se adentraba en sus aguas no volvía a salir. Los lugareños recuerdan que hace unos años nadie navegaba por la laguna, hasta que se hizo una reserva para vicuñas en una isla que se encuentra en el centro. A partir de entonces se empezó a transportar el material necesario con pequeñas embarcaciones y las viejas creencias fueron olvidándose, aunque todavía son pocos los que se atreven a nadar en la laguna y se siguen haciendo ofrendas para prevenir los problemas.

Entre los relatos que pudimos oír, los lugareños explican que un grupo de buzos de la Marina se sumergió en la laguna para buscar tesoros pero que al poco tiempo tuvieron que sacar a uno de ellos del agua porque se desmayó, y tuvieron que suspender la búsqueda. Este incidente contribuyó a reforzar aún más los temores de la gente del lugar.

Respecto a la isla que se encuentra en medio de la laguna Umayo, tiene la parte superior completamente plana y muchas personas creen que es una suerte de pista de aterrizaje para naves extraterrestres. De hecho, se han reportado avistamientos en esta isla e incluso se cree que podría ser una especie de imán para los ovnis. Algunas teorías aseguran que la isla está íntimamente relacionada con las chullpas y que estas se construyeron en la península de Sillustani por su cercanía con la enigmática isla.

En su superficie hay más de 60 círculos, considerados como relicarios o altares, que forman parte de los «altares naturales» que hay por la zona, y al igual que todo lo que la rodea, muchas personas creen que desprende una energía especial. El guía turístico Jorge Luis Delgado explica en su libro Despertar andino una experiencia que tuvo mientras acompañaba a un grupo a Sillustani: «Ese día sentí curiosidad por saber si la isla en el lago era sagrada o no. El sol depositaba su luz directamente sobre la isla y, en el lago Umayo, la luz bailaba al compás del viento. Cerré mis ojos y pedí a la isla que me transmitiera algún signo de que era efectivamente una isla sagrada. Cuando abrí los ojos vi que el sol había delineado una sombra en el lago que reflejaba los tres pasos, los tres niveles de la realidad graficados en el símbolo de los tres mundos de la cruz incaica. Me puse de pie admirado y entusiasmado. La señal era significativa».
Antes de dejar Sillustani recordamos algo que hemos oído en algunas ocasiones: las anomalías magnéticas que han desconcertado a tantas personas en este lugar. Acercamos la brújula a algunas de las chullpas y comprobamos que la aguja marca el norte en posiciones diferentes cada vez, como queriéndonos dar una última prueba tangible del misterio que envuelve este lugar.

¿UN SANTUARIO DE LA FERTILIDAD?

Algunas teorías dicen que Sillustani no solo era una necrópolis donde se rendía culto a la muerte, sino también un gran santuario en el que se rendía culto a la vida y a la fertilidad. Para collas e incas todo formaba parte de un ciclo en el que no había muerte sin vida. Varios símbolos apoyarían esta teoría, como por ejemplo el lagarto que está esculpido en uno de los bloques de piedra de la chullpa del Lagarto, y que es considerado un símbolo de la vida, porque puede regenerar su cola. Para algunos arqueólogos, las propias chullpas tienen forma fálica. En su interior se colocaba el cadáver en posición fetal, símbolo del renacer, dentro de una cámara abovedada, hecha con piedras pequeñas, que sería una alusión al vientre de la Pachamama. El conjunto de la chullpa representaría el renacimiento que se produce tras la fertilización del dios Inti, el Sol, a la Pachamama, la Tierra.

LA PUERTA MÁGICA DE ARAMU MURU

Cerca de Sillustani encontramos un lugar envuelto en el misterio. Se trata de la Puerta de Aramu Muru, una piedra labrada de 7 metros de alto por 7 de ancho con un vano ciego con forma de puerta en la parte inferior y un canal vertical a cada lado. Jorge Luis Delgado, guía y autor del libro Despertar andino, tuvo un sueño repetido en el que veía el lugar, y después de mucho tiempo buscándolo lo encontró y lo dio a conocer.

Según una leyenda, hace unos 450 años un sacerdote del imperio Inca cruzó esta puerta, que sería la entrada al Templo de la Iluminación de los Dioses Merú, llevando con él un disco de oro con propiedades mágicas, y nunca volvió a salir.
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La puerta de Aramu Muru

Los habitantes de la zona cuentan que a veces la puerta se hace semitransparente y deja ver una ciudad iluminada en su interior y aseguran que si se tocan los laterales del marco con ambas manos y se apoya la cabeza en la piedra se pueden tener visiones de fuego o túneles que atraviesan la montaña e incluso escuchar extrañas melodías. También explican que el hombre es la llave que, estando en sintonía con el Sol, puede abrir esta puerta que conduce a otra dimensión.

¿LO SABÍAS?

En la isla de Pascua existen unas construcciones similares a las chullpas: las «tupas». Se desconoce la antigüedad de estas torres circulares y su utilidad original (sus últimos usos fueron como gallinero o refugio para pescadores), pero para algunos podrían ser una prueba de la conexión entre Perú y Pascua. De hecho, el historiador peruano José Antonio del Busto creía que Túpac Yupanqui, el décimo gobernador inca, descubrió la Polinesia en 1465 y que por eso existen similitudes constructivas y legendarias.
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