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Su cuerpo estaba en perfecto estado, sus tejidos corporales denotaban detalles de una piel intacta, su pelo, su ropaje, todo estaba perfectamente conservado. (Ver más...)
 
 
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UFOLOGÍA
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EL UFO-CRASH DE MATAQUESCUINTLA – GUATEMALA.

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Los Ufo-Crash (estrellamiento de Ovni) tienen una aureola especial dentro del fenómeno Ovni. El más conocido de todos ocurrió en el año 1948 en Roswell (Nueva México-USA) pero a medida que pasa el tiempo salen a la luz nuevos casos que no dejan de sorprendernos, y este es el episodio que analizaremos en este apartado, el cual habría ocurrido en el pequeño país de Guatemala y confirmado según los antecedentes que obran en nuestro poder

Recreación del dibujante Agaes Schejok (Beyond Roswell)

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EL RELATO DE LOS HECHOS

La principal testigo la Sra. María Candelaria Hernández tenía en aquellos años aproximadamente unos 74 años, lo cual las cuentas nos llevan a pensar que los hechos habrían ocurrido alrededor de los años 1938-1939, lo que hace este episodio uno de los más antiguos Ufo-Crash que se tenga conocimiento.

La testigo relataba en su niñez a su hijo Pablo, la historia de unos extraños hechos ocurrido en unos terrenos vecinos a su casa, para ser preciso en la finca “La Concepción”, propiedad ahora de la Sra. Antonieta de Braun y que siempre ha pertenecido a su familia por generaciones.
Es este hijo de nombre Pablo Hernández quien en el año 1983 relató este episodio al investigador guatemalteco Oscar Padilla que realizó las comprobaciones necesarias para avalar el caso como real y con motivos muy sólidos de credibilidad.

Los hechos en sí se pueden resumir de la siguiente manera:

Doña Candelaria estaba lavando ropa en unas pozas llamadas “Las Charquitas” de pronto escuchó un ruido ensordecedor, al mirar el cielo vio pasar sorpresivamente y en raudo vuelo una bola incandescente. Esta bola incendiaria pasó sobre los ciprales que hay en el lugar y observó que estos árboles quedaron moviéndose por el aire emitido al pasar la bola.
Doña Candelaria se extraño, pero la premura en lavar la ropa que le encargaban los policías destinados en la región pudo más que su curiosidad y solo recuerda que vio a unos niños a eso de las 17,00 hrs. que salían del bosque y que con gran agitación le decían:

" Doña Cande vaya a ver los muñequitos que cayeron del cielo, allá atrás en la cuadra donde corren los caballos, están todos chamuscados y huelen a hule quemado"

A pesar de lo extraño expresado por los niños, el cansancio y la carga de la ropa limpia la hizo desistir y empezó a caminar por el largo sendero que la llevaría de regreso a casa.
Doña Candelaria al otro día se levantó temprano ya que preparaba todos los días sus tortillas de maíz para el desayuno. A pesar que en Colís (*) nunca pasa nada, aquella mañana Doña Candelaria escuchó rumores de muchas personas que se dirigían hacia el lugar de los ciprales donde ella había visto caer la bola incandescente. Notó que la mayoría de estas personas eran soldados, policías, guardias de Hacienda y algunos "gringos" desconocidos en la zona.
A las 8,30 de la mañana ya estaban bajando toda esta gente al lugar. El Jefe de la Policía que era amigo de la familia le acercó una caja de aluminio como los camarines en donde traían algo entre varios policías. Uno de los policías que también era amigo de la familia le dijo:

"Mire Doña Cande, los marcianitos que cayeron del cielo" Doña Candelaria recuerda que alguno de su familia expresó: "Pobrecitos los angelitos como se fueron a chamuscar" enseguida se persignaron y más de alguno dijo algo así como: "Dios los haya perdonado".

El Jefe de la Policía tomó la caja de metal y desapareció junto con los otros agentes de la autoridad y algunos americanos que lo acompañaban. Doña Candelaria aún recordaba la cara de espanto de su familia cuando miraron al interior de la caja de aluminio.

Este es el relato sintetizado y trascrito de las declaraciones de Pablo Hernández, hijo de Doña Candelaria, quien recuerda perfectamente este relato de su madre, hecho que quedo en la memoria al paso de los años. Lógicamente que hemos tenido que hacer ciertas adaptaciones de palabras y expresiones de los testigos para hacerlo más entendible y universal su entendimiento, pero la esencia del relato esta intacta.

LA INVESTIGACION

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Las primeras averiguaciones se realizan en el mes de Mayo de 1994. El investigador guatemalteco Oscar Padilla, logra localizar al Sr. Arnaldo Padilla Rojas, quien tiene una finca rústica por los bellos parajes donde se adentra el municipio de Mataquescuintla de Jalapa. El Señor Padilla Rojas confiesa al investigador Oscar Padilla que :

"Hace más de 40 años cuando yo estaba jovencito unas personas de Colís me contaron que algo había caído, un objeto extraño, otros comentaban que un globo, otros decían que era un aparato parecido a un globo".

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La información aportada por el Sr. Arnoldo Padilla Rojas es confusa pues él no vio nada, pero por antecedentes de lugareños que comentaban el asunto saca por conclusión algo esencial, y es que durante toda la investigación se fue certificando "una especie de pacto o juramento habría existido entre la gente del lugar para ocultar el suceso". Padilla Rojas también confirmó que en aquellos días de su juventud mucha gente comentaba que se habrían recogido del lugar de los sucesos unos "hombrecillos muy raros".

Las averiguaciones conducen a unos nuevos testigos. Esta vez es Doña Tomasa Toledo de la Cruz, mujer de casi 90 años, la cual tiene una memoria muy lucida y en excelente estado. Esta dama casi centenaria negó en primera instancia que estos rumores hayan sido verdaderos, pero su hija Fluvia Cruz de González sí recordaba que por los años 1979 y 1980 habrían llegado a la zona cuatro personas que dijeron ser mineros con "extraños aparatos" buscando una "campana de oro" que según ellos estaba enterrada en la propiedad de la familia. Una leyenda popular de aquellos años recuerda una banda de facinerosos llamados "Los Lucios" asolaban la región, y la gente acostumbraba a enterrar los objetos de valor, pero así y todo, este episodio de búsqueda por parte de estos "mineros" no resultó muy convincente ya que sus excavaciones no eran muy organizadas y daban la impresión de buscar a ciegas.
El Sr. Pablo Hernández brindó nuevos nombres a la investigación. Esta persona era Maria Hernández quien habitaba una casa cercana al lugar de los acontecimientos en aquellos años. El lugar preciso es Colonia Bethania, 34 Ave, 12-08, zona 7 en Mataquescuintla.

La testigo Maria Hernández recuerda que cuando tenía 18 años (en los momentos de la entrevista tiene 74 años), aún sin estar casada, por lo tanto deduce que el suceso ocurrió hace unos 56 años atrás, y para ser más precisa agrega que podría haber sido en el año 1938 en la aldea de Morales; Hubo muchos testigos de la caída del "objeto" , lo denomina abiertamente "un platillo volante" demostrando que el suceso luego lo asocio a las noticias posteriores cuando emergió el fenómeno Ovni. Agrega que la gente comentaba que unos enanitos rubios comenzaron a caminar por el lugar, incluso en el pueblo se habló de la desaparición de una leñadora siendo testigo su hijo que se oculto entre los matorrales.
En la entrevista Doña Maria Hernández expresó su temor ante el parecido de estos enanitos a lo que últimamente esta dando la televisión y las noticias, agregando que por esta razón ella trata de no pensar en el tema.
La investigación misma pasó por el Departamento de Santa Rosa, Casillas, San Rafael de las Flores, y finalmente Morales, que es una aldea de Mataquescintla.

Las averiguaciones determinaron que existía muy poca gente viva de aquella época. El Señor Pedro Cano recordó que hace unos 50 años se habló mucho referente a la desaparición de una señora la cual había sido secuestrada por un extraño aparato volador en la zona. En cambio por cada testimonio concreto también se notaba que entre la gente mayor consultada muchos optaron por callar dando por razonable la sospecha que un acuerdo mutuo los mantenía en silencio.
La investigación condujo a la casa del Señor José I. Hernández y su esposa, quienes confirmaron todos los testimonios de sus antiguos vecinos. La eterna casualidad se hizo presente cuando el hijo de esta familia Víctor Manuel Hernández, más conocido como Tito en el lugar y también conocido por su triste afición a la bebida, en un momento de lucidez ofreció algunos datos que luego de analizarlos resultaban totalmente coherentes y demostraban que de haber existido este episodio el lugar de los hechos estaba muy cerca de la casa de la testigo Tomasa Toledo de la Cruz.

La actitud de Tito es concluyente para la localización del lugar. Quizás al ser incomprendido en un medio social campesino, y a modo de revancha ante su propia gente condujo al investigador Oscar Padilla por un angosto camino de terracería que desembocaba en un sitio llamado “La Minita”. Era una especie de vereda estrecha, llena de ortigas y oleaginosas que clavaban traspasando los calcetines produciendo fuertes picazones. El campo estaba lleno de agujeros en la tierra y seguramente había sido excavado durante mucho tiempo por otras personas. La localización al fondo de un río determinó que se estaba dentro de la finca “La Concepción” y se podían notar antiguas pozas de aguas. ¡No había duda¡ Estaban precisamente en el lugar donde hace más de 50 años atrás Doña María Candelaria Hernández vio como cayó un objeto incandescente en los bosques cercanos a unos pocos metros de un campo de fútbol.

Las investigaciones llevan a confirmar que un pacto de silencio entre los pobladores, hizo pasar desapercibida la historia de este posible Ufo-crash, y la noticia no trascendió a la prensa, más aún, al estar en tan remoto lugar donde el aislamiento es propicio para robos y todo tipo de fechorías, esto ayudó al ocultamiento de los hechos.
Las averiguaciones se tuvieron que llevar a cabo con mucha precaución, incluso con material de defensa y un vehículo todo-terreno apropiado a los malos caminos existentes. Lo que sí esta claro que algo sucedió, y existió un pacto de silencio entre los pobladores y las autoridades de aquellos años.

¿Se enterró el objeto que cayó del cielo? ¿Porqué razón esta todo el entorno excavado donde supuestamente cayó el objeto?

Varias leyendas de la zona hablan de una "campana de oro" enterrada. ¿Leyenda popular o asimilación de un hecho real a punto de pasar a la tradición popular?

Las conclusiones de Oscar Padilla, investigador guatemalteco es que el hecho fue real, y recientemente se reafirmaba en este pensamiento al ser consultado por quien escribe estas líneas.

(*) Colis: Nombre relacionado con la toponimia a geonomía del lugar que aseguran tiene relación con la forma de coliflor del cerro que está a un lado de la ciudad.

Nota: El año 2004 confirma en parte esta investigación, cuando en esta delegación del IIEE de Chile se recibe un mensaje de la propietaria actual de este lugar, quien nos menciona que conoce poco de dicho acontecimiento, pero sí nos expresa haber encontrado un libro en esta propiedad relacionado con este tema.

Trabajo basado en:

Correspondencia y contacto con el propio autor.
Viajes a la zona a confirmar geografía y relatos
en los años 1989, 1990, y 1997

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