Delegación fundada el 3 de Abril de 2003

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¿DONDE ESTÁN? – SIN RASTRO
DESAPARICIONES MISTERIOSAS ll PARTE
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Cuando la gente se desvanece, la curiosidad y el misterio que rodea su desaparición hace que te preguntes lo que realmente sucedió. Un pequeño porcentaje de los que desaparecen pueden haber elegido deliberadamente esta trayectoria por sus propias razones, tales como empezar una nueva vida en algún lugar donde nadie los conozca. Otro pequeño número de estas personas pudo haber sido asesinado o murió por accidente, y nadie estaba allí para presenciar e informar el evento porque las circunstancias eran inusuales. También hay un respetable número de personas que simplemente desaparecen y no hay explicación lógica para ello.
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Una cosa es desaparecer sin dejar RASTRO, pero hacerlo a la vista de testigos es extraño por decir lo menos. Incluso así, eso fue exactamente lo que le ocurrió a Orion Williamson, en julio de 1854, ante los ojos de su propia mujer, de su hija y dos vecinos, en Sema, Alabama. En un momento dado, el hombre caminaba por sus pastos; al siguiente había desaparecido. De la búsqueda que siguió, en la cual participaron incluso perros sabuesos, no resultó ningún indicio: ni hoyos ocultos ni el menor indicio de Williamson.
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EL RASTRO DE CHARLES ASHMORE
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La familia de Christian Ashmore consistía de su esposa, su madre, dos hijas crecidas y un hijo de dieciséis años. Vivían en Troy, Nueva York, eran de buen-pasar, unas personas respetables, y tenían muchos amigos, algunos de los cuales, leyendo estas líneas, van a conocer, sin dudas por primera vez, la suerte extraordinaria del joven. De Troy los Ashmores se mudaron en 1871 o 1872 a Richmond, en Indiana, y uno o dos años más tarde a la vecindad de Quincy, en Illinois, donde el Sr. Ashmore compró una granja y vivió en ésta. A poca distancia de la casa de la granja había un manantial con un flujo constante de agua clara, fría, donde la familia obtenía sus suministros de uso doméstico en todas las estaciones.

En la noche del 9 de noviembre de 1878, sobre las nueve en punto, el joven Charles Ashmore dejó el círculo familiar alrededor de la chimenea, tomó un balde de lata y partió hacia el manantial. Como no retornó, la familia se puso inquieta y, yendo a la puerta por la que había dejado la casa, su padre lo llamó sin recibir una respuesta. Entonces encendió una linterna y con la hija mayor, Martha, quien insistió en acompañarlo, fue en su búsqueda. Una nieve leve había caído borrando el sendero, pero haciendo conspicuo el rastro del joven, cada huella estaba llanamente definida. Después de ir un poco más de la mitad del camino -acaso setenta y cinco yardas -el padre, que estaba más avanzado, se detuvo y, elevando su linterna, se quedó mirando con intención a la oscuridad en adelante. -¿Qué es lo que pasa, padre? -preguntó la muchacha.

Esto era lo que pasaba: el rastro del joven se había terminado abruptamente, y todo más allá era nieve lisa, inviolada. Las huellas últimas eran tan conspicuas como cualquier otra de la línea, las mismas marcas de los clavos eran claramente visibles.

El Sr. Ashmore miró hacia arriba, cubriendo sus ojos con su sombrero sostenido entre éstos y la linterna. Las estrellas brillaban, no había una nube en el cielo, había denegado la explicación que se había sugerido a sí mismo, dudosa como podía serlo: una nueva caída de nieve con un límite tan llanamente definido. Dando un ancho rodeo alrededor de las pistas últimas, y así dejarlas intactas para un examen más adelante, el hombre procedió hacia el manantial, la muchacha siguiéndolo, débil y aterrada. Ninguno había dicho una palabra de lo que ambos habían observado. El manantial estaba cubierto de un hielo, de unas horas de edad.

Al retornar a la casa notaron la aparición de nieve a ambos lados del rastro en toda su longitud. Ninguna pista salía de éste. La luz matinal no mostró nada más. Lisa, inmaculada, inviolada, la nieve poco profunda yacía en todas partes.

Cuatro días más tarde la madre afligida fue ella misma al manantial por agua. Volvió y relató que, al pasar por el sitio donde se terminaban las huellas, había oído la voz de su hijo, y que lo había llamado con ansiedad, vagando por el lugar, mientras había imaginado que la voz estaba ahora en una dirección, ahora en otra, hasta que se sintió exhausta con la fatiga y la emoción.

Interrogada sobre lo que la voz había dicho, fue incapaz de decirlo, pero aseveró que las palabras se distinguían perfectamente. Al momento la familia entera estaba en el lugar, pero no se oía nada, y creyeron que la voz era una alucinación causada por la gran ansiedad de la madre y sus nervios alterados. Sin embargo, por meses después, con los intervalos irregulares de unos pocos días, la voz fue oída por varios miembros de la familia, y por otros. Todos declararon que era la voz inequívoca de Charles Ashmore; todos convinieron en que parecía venir de una gran distancia, tenuemente, pero con toda la distinción de la articulación, pero ninguno pudo determinar su dirección, ni repetir sus palabras. Los intervalos de silencio se hicieron más largos, la voz más tenue y lejana, y a mediados del verano no se oyó más.

Si alguien sabe de la suerte de Charles Ashmore esa es, probablemente, su madre. Está muerta.

Fuente original : Charles Ashmore's Trail , publicado por primera vez en San Francisco Examiner, octubre de 1888, con la firma: "Ambrose Bierce".

¿CONFUSIONES?

A continuación dos casos, también relacionados con fuentes o pozos de agua y que coinciden misteriosamente entre sí: dos niños de once años, ambos llamados Oliver, desaparecieron en Nochebuena, solo que con diez años de diferencia y en distintos continentes. Además hay que mencionar en este punto que existe una confusión en las fotos o imágenes de la época sobre quien es quien de estos jóvenes desaparecidos que estamos ofreciendo a nuestros lectores. Seguramente al no estar la técnica fotográfica aún desarrolladla masivamente muchas imágenes o dibujos fueron utilizados por escritores en relatos respecto a este tema. Generalmente las crónicas confunden estas imágenes de estos dos jóvenes desaparecidos.
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ESTOS CASOS CLÁSICOS PERTENECEN A: OLIVER LARCH Y OLIVER THOMAS
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Oliver Larch desapareció en 1889 en el camino de la fuente de la residencia familiar en Sout Bend, Indiana,
y el otro mucho más promocionado y con más detalles a Oliver Thomas . Analicemos este último.
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El día 24 de diciembre de 1909, previo a la Navidad, la familia de Oliver Thomas se preparaba en su hogar para disfrutar de su celebración. Durante todo el día los granjeros de Brecon de Gales habían estado preparando la fiesta que reuniría a la familia y amigos. Acababa de nevar y el campo lucía cubierto por una capa de nieve que hacía al paisaje una postal.
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Una vista de Brecon, País de Gales, donde desapareció Oliver Thomas
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La cena comenzó de manera perfecta: el guiso de la señora Thomas parecía irresistible, los niños esperaban los regalos jugando mientras los mayores conversaban. Owen Thomas, el dueño de casa, había invitado al comisario, al veterinario y al pastor de la aldea para celebrar. Todos acompañados por sus familias, formando en total quince personas.

La fiesta se desarrollaba normalmente hasta que la madre de Oliver Thomas se dio cuenta de que se estaba terminando el agua. A unos metros de distancia de su casa tenían el pozo y debía ir a buscar un poco de agua. Y le pidió a su hijo Oliver Thomas que fuese a buscarla. El pequeño Oliver tenía 11 años. Afuera hacía mucho frío y se veían las primeras estrellas, sin embargo salió con un balde a realizar la tarea. A los pocos segundos se escucharon gritos del pequeño, de sorpresa, y luego fue seguido por una llamada de socorro. “¡Auxilio, me llevan!”, dicen que gritaba Oliver. De inmediato todos los presentes salieron al rescate del pequeño. Su padre recogió su fusil exclamando: “¡Un lobo!”. Todos salieron portando algunas armas y una linterna. Pero ya el pequeño no estaba, por lo que decidieron seguir su rastro por la nieve. Había pisadas que se interrumpían de la nada, como si hubiera desaparecido.
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Oliver Thomas marcado en el círculo
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Durante unos segundos los atemorizó el desconcierto, pero al rato comenzaron a escuchar nuevamente a Oliver Thomas gritar por encima de ellos: “¡Socorro, me han cogido! ¡Auxilio!”. Todos quedaron asombrados ya que miraban hacia el cielo pero no veían nada. Ni una pista, ni un indicio que les dijera dónde se encontraba el pequeño y qué lo llevaba por el cielo. De inmediato le pidieron que les dijera dónde estaba, pero ya no se lo escuchó más claramente, sólo gritos desesperados.

Podían oír sus gritos de terror durante un minuto los familiares y los amigos. Mientras la voz del pequeño Oliver se fue diluyendo cada vez más como si subiera y estuviese cada vez más lejos. Algo incomprensible pasaba en aquella aldea, alguien había extraído a Oliver del piso y se lo había llevado volando.

Sin perder la esperanza aun después de que no se escuchara nada varios de los invitados y familiares continuaron buscando con la linterna alguna pista que los llevase a él. Pero solo pudieron verificar que las huellas del niño en la nieve eran normales, y se interrumpían rudamente a los 20 metros de la casa. A unos 2 metros de las últimas huellas del pequeño se encontraba el cubo, como si lo hubiese arrojado. Por el resto de esa noche siguieron dando vueltas, y buscándolo. Llamándolo e intentando descubrir qué había sucedido. Aunque nunca más se supo de Oliver Thomas.
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UN CASO CLÁSICO - ¿DAVID LANG DONDE ESTA?
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El granjero norteamericano David Lang, poseía una granja en las cercanías de la ciudad tejana de Gallatin. Vivía felizmente con su esposa y sus dos hijos, y su vida transcurría con la normalidad de una familia media norteamericana. Cierto día, el 23 de septiembre de 1880, David Lang salió de la casa junto a su esposa mientras los niños jugaban en el jardín. El granjero, les dijo que iba a echarles un vistazo a los caballos y que luego irían todos a la ciudad. Estas fueron sus últimas palabras.

Y esto fue así, pues cuando el hombre comenzó a caminar tropezó con algo, y al caer ¡desapareció sin dejar rastro! La esposa, los hijos y el juez Peck, que pasaba por allí en ese momento en su carruaje, fueron testigos de esta misteriosa desaparición y tras hacer un examen del lugar, completamente atónitos, fueron incapaces de hallar una sola huella del granjero y padre de familia. A excepción de un amplio pastizal, allí no había árbol, arbusto u hoyo, en el que pudiera haberse caído. Sencillamente, se había evaporado.

La policía realizó una exhaustiva búsqueda e incluso se hicieron perforaciones para descubrir galerías subterráneas o simas en el que el granjero hubiese podido caer, pero no se encontraron rastros ni de éstas ni de la persona a la que se buscaba.

La señora Lang, nunca quiso creer que su marido había muerto por lo que jamás celebró funerales por el alma de David. No obstante, no pudo soportar vivir en lugar tan extraño y al poco tiempo vendió la granja.

Unos siete meses después de la tragedia, los dos hijos de David Lang, se encontraban jugando en el lugar donde su padre se había evaporado y he aquí que descubrieron que en el mismo sitio donde el granjero había caído, la hierba y las flores ya no crecían tan espesamente. Más tarde dijeron también, que habían oído a su padre pidiendo auxilio hasta que la voz se disolvió en la nada para siempre.

Nunca más se supo del pobre granjero David Lang, ni el lugar al cual pudo haberse ido. Para algunos, se evaporó en otra dimensión. Para otros, su cuerpo debió sumergirse en un agujero en el tiempo. Fuera lo que fuere, la desaparición de David Lang, fue todo un misterio y aún hoy no se ha podido dilucidar la causa de su extraña evaporación.
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OTROS CASOS

LA INEXPLICABLE DESAPARICIÓN DEL NIÑO DE SOMOSIERRA
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El 26 de junio de 1986. Tuvo lugar el fatal accidente de una cisterna que transportaba Ácido Sulfúrico, protagonizando la muerte de 2 personas y la desaparición de otra, conformando el caso del "Accidente de Somosierra" mas famoso por el niño de Somosierra Andrés Martínez, un experimentado conductor, y su esposa Carmen Gómez, viajaban en la cabina de un enorme camión cisterna rumbo a Bilbao.

El cargamento: 20,000 litros de ácido sulfúrico. De forma inexplicable, aquel experimentado camionero emprendió el descenso del puerto de Somosierra, la pendiente es muy prolongada y la velocidad a la que el iba era suicida. A la altura del límite entre Madrid y Segovia se produciría lo inevitable: El accidente que involucraría a otros tres
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El camión cisterna que transportaba el ácido era un montón de fierros retorcidos por el que corrían los miles de litros de ácido abriéndose paso rumbo a las laderas del río Duratón. El análisis preliminar del accidente era escalofriante: la cabina del camión había sido aplastada por la pesada cisterna y el ácido mortal caía sobre los cuerpos de los esposos Andrés Martínez y Carmen Gómez. Al no poder hacer nada por ellos, las autoridades se preocuparon por neutralizar los efectos nocivos del ácido. Sin embargo, al caer la tarde una noticia paralizó a las autoridades: el vehículo causante del accidente transportaba un tercer pasajero. Los padres del fallecido conductor Andrés Martínez denunciaron la desaparición de su nieto Juan Pedro Martínez Gómez, de 10 años, y que se había despedido de sus abuelos antes de abordar junto a sus padres el fatídico camión cisterna. La noticia originó una rápida operación de búsqueda, pero no se encontraron rastros del niño.

Ante el infructuoso rastreo, la primera hipótesis que se deslizó fue que el cuerpo del pequeño Juan Pedro había sido disuelto por el ácido, pero esta teoría fue desechada por los expertos químicos, quienes afirmaron que un cuerpo humano no podía evaporarse a causa del ácido sin dejar algún rastro. Durante los dos siguientes días la policía rastreó minuciosamente toda la zona, pero la búsqueda no dio resultados. Una parte importante de la investigación era reconstruir el recorrido de la cisterna, para lo cual los expertos extrajeron el tacógrafo del camión, que no es otra cosa que un disco de papel que marca las paradas y la velocidad del vehículo. Según el tacógrafo, el viaje lo emprendieron a las 7 de la tarde, teniendo como primera parada un lugar llamado la Venta del Olivo, a pocos kilómetros de Cieza, en Murcia. La segunda parada la realizaron a las 0:12 horas en la localidad de Las Pedroñeras. Siendo casi las 3:00 de la mañana llegaron a la gasolinera "Los ángeles", en la entrada de la capital de. Dos horas y media después efectuaron la parada definitiva en el mesón Aragón, en las faldas del puerto de Somosierra. Es en esta parada donde un camarero vio por última vez al niño desaparecido e incluso lo describió perfectamente ya que le llamó la atención que un niño de esa edad aceptara ponerse un sweater y pantalón de color rojo ambas prendas. El testimonio confirmaba que Juan Pedro continuaba con sus padres al iniciar el ascenso a Somosierra.

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Mientras se continuaba con la reconstrucción del recorrido del fatídico camión, elmisterio seguía creciendo. Según el tacógrafo, en la siguiente hora y veinte minutos, después de esa parada en el mesón y antes del accidente, el camionero realizó doce paradas. Los profesionales de la carretera afirman que en un trayecto tan corto como ése no debió haber ni una parada, o en un momento dado una o dos veces como máximo...

Entonces qué ocurrió? ¿Por qué paró una docena de veces en poco menos de hora y media?

Pero las dudas aumentaron conforme pasó el tiempo ya que dos años después de este fatal accidente, un niño idéntico a Juan Pedro Martínez Gómez e incluso con la misma ropa fue visto en las cercanías de Badajoz. Pero no solo eso, sino que desde entonces, la policía ha recibido varios reportes de que un niño vestido de rojo, va caminando a la orilla de la carretera casi siempre en las afueras de diferentes poblaciones rurales, pero todas ellas cercanas a Somosierra. Al no encontrar una solución a este caso, disparatadas conclusiones salen a la luz, como por ejemplo que Juan Pedro fue trasladado a otro plano dimensional, a un punto en el espacio y el tiempo donde se encuentra encerrado. La verdad a ciencia cierta aun no se sabe, pero lo único que no se puede negar en que todo intento de búsqueda fue infructuoso. La única prueba que muestra que el pequeño Juan Pedro estuvo en la cabina de la cisterna, es un zapato que le pertenecía... Tal vez por eso sigue siendo uno de los enigmas y misterios que más atrae a los investigadores de lo inexplicable.
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EL CASO DE YLENIA CARRISI
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Ylenia Carrisi fue una celebridad de la televisión italiana y la hija mayor de los cantantes y actores Albano Carrisi y Romina Power italianos. Ella desapareció en extrañas circunstancias durante su visita a Nueva Orleans, Louisiana, en enero de 1994. A petición de su padre, fue dada por muerta en enero de 2013.

Un cadáver que ha reabierto heridas de hace dos décadas. El diario 'La República' aseguraba que había aparecido un cuerpo en Estados Unidos que podría ser el de Ylenia Carrisi, la hija de Romina Power y Al Bano, desaparecida en enero de 1994. El hallazgo obligará a que la pareja de cantantes se someta a pruebas de ADN y pueda dar por finalizada una historia que no sólo ha marcado sus vidas, sino que también marcó el punto y aparte de su unión profesional; el fin de una pareja que vivió sus momentos de gloria sobre los escenarios en los años 70 y 80.

Tras la desaparición de su hija, Romina y Al Bano vivieron desencuentros insalvables. Cada uno creía la versión que le convenía más acerca de la historia sobre la desaparición de Ylenia. Mientras que ella apostaba por ser positiva y pensar que, efectivamente, su hija estaba viva, él creyó a pies juntillas la versión del guardián del Acuario Municipal de Nueva Orleans, que aseguró que había visto a una mujer físicamente muy parecida a Ylenia que se había tirado al río Mississippi.

Justamente por dar por cierta esta versión, el cantante se convirtió en la bestia negra de la periodista Lydia Lozano cuando, allá por 2004, esta aseguró que su hija estaba viva. Poco después, ante la agresiva respuesta de Al Bano y consciente del error que había cometido, la hoy colaboradora de 'Sálvame' tuvo que recular entre lágrimas: "Me he precipitado. He hablado demasiado. Quiero decir, con el corazón en la mano, que mis intenciones eran buenas. Sólo pretendía dar una alegría. He metido la pata. Pido perdón. Estoy hundida", aseguró la periodista en 2005. Fuente: www.lecturas.com
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UN DETALLE : Paul Moody estaba a punto de jubilarse. Un forense en Florida, había pasado los últimos años de su vida identificando a las víctimas de Keith Hunter Jesperson, el asesino de la cara feliz, que había matado a ocho mujeres. El año pasado, meses antes de dejar su puesto de trabajo, escribió a Jesperson a la cárcel en la que cumple varias cadenas perpetuas por sus crímenes.

El forense necesitaba identificar a la víctima número 8, la única a la que no había podido dar nombre. Y Jesperson, que apenas había colaborado hasta entonces con la policía, accedió a verlo. Le explicó que la había matado en 1994, en la cabina del camión que él conducía, que la había recogido en Tampa porque la joven, que tenía entonces unos 24 años, quería ir a Las Vegas. Y que se llamaba Susan. Jesperson le dio un retrato robot. Más tarde el asesino de la cara feliz identificó la fotografía de una joven: era ella. En realidad, el camionero estaba viendo la imagen de Ylenia Carrisi, la hija mayor de los cantantes Al Bano y Romina Power, desaparecida en enero de 1994, a los 24 años, dada por muerta oficialmente 20 años después y que durante su estancia en Estados Unidos se hacía llamar Susan.

La maquinaria se puso en marcha y se iniciaron las primeras pruebas en los restos de Susan, cuyo cadáver fue encontrado en un bosque de Tampa en 1996, meses después de la detención de Jesperson. Las investigaciones preliminares del último año han dado lugar a claros indicios, en opinión de los investigadores encargados del caso: todo apunta a que Susan es Ylenia Carrisi . PERO…NO ERA EL CUERPO DE YLENIA

Pero una vez más, solo se trataba de falsas esperanzas. Según confirmaban medios italianos y el programa Espejo Público, el cuerpo encontrado no es el de Ylenia Carrisi. El sheriff del caso era el encargado de notificarlo a la familia, por lo que el misterio sigue sin resolverse y seguirá generando todo tipo de especulaciones.
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¿PUEDE DESPARECER UN POBLADO ENTERO?

EL MISTERIO DE ANJIKUNI
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Hoy voy a plantear lo que, para mí, es un enigma sin resolver. Ni le doy crédito, ni le dejo de dar… simplemente pienso que tiene una base de verdad, y ya sólo por eso merece la pena investigar y hablar sobre ello. Seguramente haya llegado a nuestros días adornado o exagerado, pero no por ello deja de ser menos interesante.
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Hace tiempo que la humanidad se preocupa por la desaparición del Casco Polar, debido al calentamiento global y el cambio climático. Si esto llegara a ocurrir, no sólo sería una catástrofe medioambiental, sino que miles de pueblos desaparecerían o quedarían desterrados lejos de su hogar. Me refiero a los pueblos inuit (tradicionalmente llamados en occidente esquimales). El enigma que hoy voy a plantear se alza como una especie de metáfora de lo que está a punto de ocurrir en el Ártico. Sucedió en 1930, pero las ONG's en defensa del medio ambiente, lo ven como una especie de ejemplo de lo que podría ocurrir en unos años con el resto de pueblos asentados en esta latitud.
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Lago Anjikuni y sus habitantes autóctonos
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Junto al lago Anjikuni (también escrito Angikuni) a orillas del río Kazan en la región de Nunavut (Canadá), estableció su campamento permanente un pueblo inuit; era un lugar idóneo por la abundante pesca del lago y, además, su costa rocosa les servía de refugio. La mitología de este pueblo estaba repleta de leyendas de espíritus del bosque y animales dañinos, historias fascinantes que no pueden superar al terrible misterio y a la polémica que rodea a la desaparición colectiva de los habitantes de aquel campamento.

En noviembre de 1930, el cazador Joe Labelle, en una de sus incursiones en la zona, decidió buscar refugio y algo de alimento en este núcleo rural, donde al parecer ya había estado alguna vez. Las cifras sobre el número de habitantes que vivían en esta zona es variable según la versión, oscilando los cálculos entre 30 y 1200 personas. El caso es que cuando este hombre llegó al lugar en el que debía haber una actividad constante y ruidosa, empezó a temer que algo raro ocurría. El silencio más absoluto lo cubría todo, y no se veía a nadie…

Se adentró en el poblado buscando a cualquier persona que le explicara a qué se debía aquel vacío. No encontró ni un alma, parecía como si todos hubieran abandonado sus quehaceres diarios de repente, sin reparar en nada. Encontró las casas abiertas, las mesas puestas, la comida sobre los fuegos bajos en algún caso todavía humeantes, las armas de los cazadores apoyadas sobre las puertas, y las raquetas para andar sobre la nieve a la entrada de cada hogar. Era evidente que habían abandonado el lugar de forma precipitada y sin dejar rastro. No había señal alguna de vida ni signos de violencia. Los kayaks se encontraban amarrados y tampoco había huellas de pisadas ni de trineos en la nieve que indicaran un éxodo masivo. No había cuerpos, notas manuscritas, ni señales que indicaran dónde estaban los inuit o por qué habían abandonado el lugar dejando todo atrás.

¿DÓNDE ESTABAN?

Asustado y después de buscar alguna prueba en los alrededores, Labelle volvió tras sus pasos para enviar un telegrama a la Policía Montada de Canadá y contarles lo ocurrido. A la zona acudieron rastreadores de este cuerpo policial, pero no encontraron nada. De hecho lo único que descubrieron fueron dos hallazgos, cuando menos bastante macabros. Debajo de un montículo de nieve, encontraron los cadáveres de los perros todavía atados. Algunas versiones hablan que murieron de hambre, otras que los animales se devoraron mutuamente por falta de alimento. El caso es que, los perros son sagrados para los inuit, porque son su medio de transporte, ya que son los que tiran de los trineos. Así que es harto extraño que los abandonaran. El otro hallazgo es más extraño, si cabe. Cuando llegaron al cementerio, encontraron las tumbas abiertas y dentro no había ningún cadáver. Se habían llevado a sus muertos, algo impensable ya que, para estos pueblos, eso sería el mayor de los sacrilegios.

Otro suceso extraño más o menos coetáneo es el que protagonizaron el cazador Armand Laurent y sus dos hijos. Dos miembros de la Policía Montada que iban camino del lago Anjikuni, se refugiaron en la cabaña de Laurent en busca de abrigo. Cuando comentaron que iban a intentar resolver “un pequeño problema” en el lago, el cazador les mencionó que hacía unos días habían visto una extraña luz verde que cruzaba el cielo septentrional. Al parecer, la luz cambiaba de forma por momentos, siendo a veces cilíndrica y a veces ovoidea. Nada más mencionó los policías, ni siquiera nadie volvió a tomar declaración a estos hombres. Seguramente porque es una zona propicia para las auroras boreales, y oficialmente se debió tomar como eso. ¿Casualidad que se viera aquella luz justo cuando desapareció el poblado inuit?
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Aurora boreal sobre Canadá
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Mil preguntas, un misterio y ninguna pista que seguir. Se ordenaron búsquedas masivas por todo el territorio, y se interrogó a pobladores de campamentos vecinos, pero nadie sabía nada. Después de dos semanas de investigación, la Policía Montada se hallaba en un punto muerto, así que se decidió cerrar el caso con una dudosa conclusión: los aldeanos habían abandonado el pueblo dos meses antes de la llegada de Labelle. Algo bastante incomprensible, siendo que se encontraron los fuegos para hacer la comida encendidos, casi convertidos en rescoldos humeantes.
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TITULARES DEL REPORTAJE
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La historia fue publicada en tres periódicos canadienses en noviembre de 1930: primero en “Le Pas Manitoba” y “Bee Danville” y unos días después en el más sensacionalista, el “Halifax Herald”, que incluía un impactante reportaje a Labelle:

Nada más llegar me di cuenta de que algo ocurría […] Platos medio cocinados, se habían visto sorprendidos en mitad de la cena. En cada cabaña, me encontré con un rifle apoyado junto a la puerta y los inuit no van a ninguna parte sin su arma…

Luego la agencia de noticias Newspaper Association se encargó de difundir por toda América del Norte el evento, promocionado como el más grande misterio sin resolver investigado por la Policía Montada.

FRANK EDWARDS


Casi 30 años más tarde (año 1959) el caso se hizo mundialmente famoso gracias al ufólogo Frank Edwards, al incluirlo en su libro “Más Extraño Que La Ciencia”. Gracias a él, esta historia ha llegado hasta nuestros días, de forma más o menos completa y fidedigna. Hasta que se reabrió la polémica con el crecimiento del uso de las tecnologíasde información.

Recientemente en la web de la Policía Montada de Canadá, se desmentía rotundamente lo escrito por Edwards, acusándolo de inventar toda la historia y negando que tal evento se haya producido nunca:
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No hay evidencia para apoyar esa historia. Un pueblo con una población tan grande (Edwards había reportado falazmente más de 1.000 habitantes) no habría podido existir en un área tan remota de los Territorios del Noroeste (62 grados de latitud norte y 100 grados oeste, a unos 100 km al oeste de Point esquimal). Por otra parte, la Policía Montada que patrullaba la zona no registró eventos adversos de ningún tipo y tampoco lo hicieron los cazadores locales o misioneros.
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Policía Montada de Canadá
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Cierto es que el número de pobladores parece exagerado, ya que aquellos campamentos tenían alrededor de 30 habitantes (aunque en mi opinión, si tenía carácter permanente, habrían sido algunos más). Pero una respuesta tan tardía y rotunda, resulta a mi entender bastante absurda y exagerada. Hay una prueba clara de la existencia de este enigma, que es la publicación por los tres periódicos locales del hecho en 1930, estando documentada la intervención policial en dichos artículos, algo que no fue nunca oficialmente desmentido.

¿Estamos ante un hecho real, y verdadero misterio? ¿O se trata simplemente de una leyenda urbana, alimentada por frikis especialmente crédulos? Hoy por hoy no es posible determinarlo a ciencia cierta, aunque no dejo de pensar en todas esas leyendas urbanas que con el tiempo han sido confirmadas como tremendas realidades. Así que simplemente voy a concluir con un típico refrán español: “Cuando el río suena, es que agua lleva”.

Lean, investiguen, y saquen sus propias conclusiones.
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